La segunda guerra civil marvelita causó no pocos efectos colaterales, algunos de los cuáles de un alcance que no podemos cuantificar. Uno de los personajes que más saben de esto es Jennifer Walters. Hulka, que tuvo una participación muy accidentada en la contienda (que la dejó en coma), es también la prima carnal de la gran víctima de la misma: Bruce Banner. Las supuestas profecías de Ulysses llevaron a la eliminación preventiva de Hulk, lo que unido a la propia experiencia de Walters en la guerra y el bando ocupado por algunas de sus grandes aliadas (véase Capitana Marvel) han dejado un poco tocada a la Amazona Esmeralda.
Es en este punto en el que arranca la nueva temporada de Hulka comandada por la escritora Mariko Tamaki. Jennifer decide intentar vovler a una vida sin heroicidades ni dramas superhumanos. Vuelve a su apartamento, busca trabajo en un bufete y se refugia en la cotidianeidad de la gente corriente para huir de las secuelas del trauma que la persigue. Un trauma que va más allá de la pérdida de su primo, o al menos que se manifiesta de forma salvaje e incontrolable. Jen no lo quiere admitir, pero está cargada de rabia y dolor por todo lo sucedido alrededor de la muerte de Banner.
Hulk es pura emoción. La transformación en el monstruo gamma potencia el lado irracional y más apegado al fondo de la persona. Jennifer desde muy pronto había sido capaz de domar a la bestia y con ella d ela mano potenciar su imagen de mujer poderosa sin renunciar a su feminidad, convirtiéndose en todo un modelo a seguir. Pero esa fortaleza y seguridad que la caracterizan se ha desquebrajado y Jen no es capaz de seguir adelante, huye del duelo y de sí misma. Mariko Tamaki explota esta situación para deconstruir a la heroína. Sigue la misma estrategia que tan buenos resultados les ha dado con anterioridad a autores como Jeff Lemire o Jason Aaron. Lleva a Jennifer a un punto de no retorno, la ha desnudado para poder recrearla desde cero.
Aunque no nos adelantemos. Este primer tomo lo que hace es presentar el estado actual de Jennifer Walters. Tamaki la hace consciente de su miedo y su rabia y lo hace sin recurrir a Hulka. Olvidaos de ver a Walters luciendo su piel verde en estas páginas. La guionista renuncia al camino fácil, y decide explorar la vulnerabilidad de su protagonista anclándola a nuestra realidad. Aunque no renuncia por completo a Hulka, su presencia se hace notar. Impredecible. Tamaki ofrece una perspectiva muy interesante de Walters en esta etapa que inicia. El rumbo que tomará a partir de aquí todavía está por escribir.
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