«Estar muerta tiene sus desventajas«

Me acerco al primer tomo de la nueva colección de La Bruja Escarlata con cautela. Marvel ha tratado de revitalizar a personajes secundarios en multitud de ocasiones y los resultados no siempre han sido los mejores. Bien cierto es que, de un tiempo a esta parte, el trabajo se está haciendo a conciencia y ante nosotros tenemos apuestas tan arriesgadas como exitosas como pueden ser el cómic de la Visión o las aventuras en solitario de Star-Lord (aunque ésta parta del éxito de Los Guardianes de la Galaxia), pero no conviene descuidarse con una editorial como Marvel, cuya producción es cada día más y más potente.

También es verdad que no es lo mismo traer al frente a Wanda Maximoff de la mano de un autor desconocido que de la del ganador de tres Premios Eisner James Robinson. Y ya si me dices que al guionista le acompañan algunos de los artistas más interesantes del momento (Steve Dillon, Javier Pulido…) y que las portadas las pone un super-enchufado David Aja… Pues la verdad es que las dudas comienzan a despejarse antes de pasar de la cubierta que acompaña a estas líneas. La cautela se ve sustituida por la curiosidad en un momento dado, ¿qué se les habrá ocurrido hacer con uno de los personajes más poderosos del Universo Marvel?

«Me has vuelto a convertir en un monstruo«

Lo que Robinson nos ofrece es a un personaje ansioso por reparar todo el mal que hizo en un pasado que a los lectores nos puede parecer remoto, pero que aún sigue muy presente en la realidad de los personajes de La Casa de las Ideas. Wanda se pone manos a la obra para controlar de una vez por todas su poder, esta vez sin ayuda de sus amigos ni la constante supervisión de su sobreprotector «hermano». La búsqueda de los resortes que muevan su magia del caos (o «de la tierra y la femineidad» como ella misma la define) va a obligarla a entrar en contacto con su yo más íntimo y a encarar a una serie de peligros hasta ahora más propios de los magos de la Distinguida Competencia que de los hechiceros de esta editorial.

La Bruja Escarlata #1

No es la primera vez que vemos a un personaje femenino tan fuerte protagonizar una serie de Marvel (en la mente de todos está ahora Carrie Fisher y su irremplazable Leia que esta editorial ha plasmado también en cómics), pero nunca son demasiado pocos los ejemplos de esta clase de caracteres. La Bruja Escarlata ha sido tradicionalmente un personaje preso de sus propios poderes y necesitado de la salvación por parte de sus compañeros, una mutante ligera en ropas y sin demasiado diálogo que, básicamente, existía para que nadie se sintiera nunca del todo a salvo. Lo que Robinson propone es una visión actualizada del personaje que se lleve por delante a todos los viejos clichés y nos ofrezca a una mujer dueña de su propia vida y sus decisiones que sabe perfectamente cuál es el precio por usar sus poderes, pero que no teme usarlos si la ocasión lo requiere.

«No puedo oír sus gritos, pero puedo notar como se acerca la muerte«

Me sigue resultando sorprendente que muchas de estas historias que reivindican lo femenino salgan de plumas manejadas por hombres (lo dije cuando hablé del último tomo de la Wonder Woman de Brian Azzarello y me repito ahora), pero lo cierto es que aún sigue habiendo pocas autoras en proporción con los varones que llevan toda una vida deleitándonos con las historias de héroes y villanos en las páginas de las dos grandes casas del cómic norteamericano. Esto no quita para que existan ejemplos como el de este cómic, que sin hacer grandes aspavientos, logra sacar de su letargo a uno de los personajes más interesantes de su biblioteca, pero la verdad es que aún queda un largo camino por recorrer en el campo de la igualdad. Sólo el día en el que párrafos como éste dejen de tener sentido, podremos hablar de una victoria absoluta de la igualdad en el mundo de la viñeta.

La Bruja Escarlata #1

El apartado artístico es, sin embargo, una de las cosas que más me han fastidiado de este volumen. Entramos en contacto con la Bruja Escarlata a través de las ilustraciones de Vanesa del Rey (como ejemplo la ilustración justo encima de estas líneas) para pasar inmediatamente a un relato griego que ilustra de manera soberbia Marco Rudy (más arriba podéis ver un ejemplo de su arte) y rápidamente pasamos a contemplar a la heroína reimaginada por Steve Dillon, Chris Visions y el español Javier Pulido. El interesante relato de Robinson pierde algo de coherencia con estos continuos cambios de estilo y el resultado final es un cómic cuyo intenso fulgor queda levemente empañado por las ya clásicas rotaciones marvelitas.