De una tacada recuperamos el ritmo a la serie cuatrimestral de Wonder Woman (publicada por ECC Ediciones) escrita por Greg Rucka, veterano en el entorno de Themyscira, que demuestra no tener compasión por el trabajo previo a su desembarco en la colección de la mano de Renacimiento.
Los cuadernos #5-7 sirven para cerrar definitivamente la saga La verdad, aquella iniciada en Wonder Woman: Rebirth #1 y que planteaba una revisión de la cronología de Diana. ¿Y cuál ha sido la consecuencia? Pues hasta que alguien llegue para decir lo contrario, la etapa de Brian Azzarello y Cliff Chiang queda fuera de continuidad y algunas de las aventuras clásicas de la amazona en Themyscira quedan puestas en duda, o -como mínimo- matizadas. Al menos hasta que -como digo- venga un guionista a desdecir lo que ha desdicho Greg Rucka.
Con esto en cuenta, la historia presentada por Rucka cumple su cometido de reintegrar a la princesa amazona en el foco del universo DC y potencia su interacción con fuerzas gubernamentales como ARGUS y con la Liga de la Justicia, en especial con Batman y Superman, el núcleo duro del grupo. Se recuperan del todo a secundarios como Etta Candy y Steve Trevor o a villanos como Cheetah (a quien ya vimos en la breve etapa de Meredith y David Finch) o Veronica Cale (personaje creado por el propio Rucka en su anterior etapa). El obejtivo de encadenar a Wonder Woman a la realidad deceíta está más que completado en esta etapa.
La historia, La verdad, con su narración en dos tiempos, en el pasado y el presente, demuestra ser muy interesante superada la confusión inicial. El guionista combina la doble naturaleza de Diana (la mitológica y la superheroína) de forma eficiente, cogiendo elementos y personajes de aquí y de allá de forma que le ayuden a componer el puzzle en el que él mismo convirtiera la identidad de Wonder Woman en el arranque de la serie. Estos cuadernos (en concreto los números #6-7) contienen, además, el primer Annual de la serie tras su renumeración (que bien podría haber formado parte del libro Wonder Woman Especial) y el one-shot Wonder Woman: Steve Trevor, que sin ser una lectura necesaria, aporta interesantes matices a la relación amorosa entre Trevor y Diana.
Pero ¡ay! estamos en un momento en el que las largas etapas de un guionista en la misma cabecera ya son cosas del pasado. Y después de rediseñar el escenario en el que Diana y sus amigos van a jugar, Greg Rucka se marcha con sonrisa malvada. Así, Wonder Woman #7, sirve también para dar la bienvenida a Shea Fontana y James Robinson a la colección.
La primera se encarga de un arco argumental en cinco partes (que ocupa Wonder Woman #7-8) titulado El corazón de la amazona, que tiene por misión abordar una de las fortalezas de Wonder Woman (y de buena parte de las figuras superheroicas), que son sus aliados más cercanos. La fuerza y el valor de cualquier héroe radica no solo en la envergadura de sus villanos, sino en la importancia de su círculo de confianza. Y en este punto Fontana se esmera en demostrar la validez de Etta Candy y Steve Trevor para acompañar y luchar de tú a tú con toda una guerrera amazona. Esta aventura sirve también para recordar a Diana que el juego de tirititeros y las intenciones ocultas no son solo cosa de los dioses y que no debe (ni debemos) aceptar las cosas tal como se nos presentan, sino que antes o después hay que elegir un bando en la lucha.
Robinson, por su parte, decide acudir a un enfrentamiento entre nuevos y viejos dioses que enlaza directamente esta aventura con los acontecimientos de Noches Oscuras. La mano de Darkseid es alargada y muy pronto pone en un brete a Diana de Themyscira. Hijos de los dioses, el arco desarrollado por el autor en Wonder Woman #8-10, viene a poner un poco más de picante a la complicada vida de nuestra protagonista. Aquí Robinson iguala y sube la apuesta de Greg Rucka pasando por alto nada menos que el legado de George Pérez, con lo que no pocos seguidores de la mítica etapa arquearán las cejas ante la propuesta del escritor británico. Su objetivo en Hijos de los dioses es el de conciliar el espacio de Liga de la Justicia con la naturaleza mitológica de Diana, pero lo hace sin mucha convicción, a través de un relato demasiado lineal y predecible, que cambia la voz narrativa por puro capricho, sin profundidad emocional (algo imprescindible debido al carácter de los hechos revelados para la heroína) y que se encomienda en demasía a los chliffhangers y giros para mantener la atención del público. Esta aventura, cuyas consecuencias pasarán al olvido antes o después -y si no, tiempo al tiempo- tiene en el trabajo del equipo artístico encabezado por Emanuela Lupacchino y Sergio Dávila su auténtico atractivo.
El segundo arco que contiene Wonder Woman #10 (y que continuará en los siguientes cuadernos), El canto del cisne, sigue una línea continuista con lo relatado por Robinson hasta el momento. Darkseid permanece en un segundo plano, aguardando el momento de conquistar la primera línea, mientras se presentan en sociedad personajes como Vanessa Kapatelis, de gran importancia en la historia de Wonder Woman, pero que desde la malograda refundación del universo DC con los nu52 habían «desaparecido», por lo que el escenario de Renacimiento se ha convertido en el marco ideal para reintroducir a estos aliados/villanos.
Deja un comentario: