«Acabar con una vida para gobernar la vida«

Vaya por delante que admiro la manera en que Torunn Grønbekk se ha echado esta cabecera a sus espaldas y ha logrado, más o menos, contar una historia que la dote de algo parecido a un final y, de paso, cierre algunas de las tramas que Donny Cates dejó abiertas tras su espantada. De hecho, en la Casa de las Ideas han acabado tan contentos con su trabajo que le han encargado una historia de Veneno (que veremos pronto en la serie que publica actualmente Panini), una miniserie dentro del contexto de la Caída de X y la nueva cabecera de Matanza, todos ellos desafíos que la pueden poner en rumbo a objetivos mucho mayores. En la editorial norteamericana se ha valorado que sepa reconducir una historia rápidamente, adaptándola a las exigencias del momento, y que sea capaz de introducir mientras tanto detalles que hagan única a su trama (que la doten de un alma propia), buceando en detalles que demuestran la enorme cultura de la guionista.

Dicho esto, Cates nos había estado conduciendo todo el rato por una larguísima autopista que se perdía en el horizonte. Cada cierto número de kilómetros veíamos un detalle que nos anunciaba cosas que estaban aún por llegar (como la presencia de Thanos, el Invierno Negro, el futuro de Donald Blake…) y nosotros las íbamos asimilando poco a poco al tiempo que veíamos como Odín pasaba de quedar en la retaguardia a formar parte del propio Mjolnir. De ahí hemos pasado a una carretera asturiana, de esas que descienden de las cumbres con apenas espacio para un coche y medio… montados en un bólido que no acepta aminorar por debajo de los ciento cuarenta kilómetros por hora. No sólo es que el ritmo de haya acelerado hasta el infinito, es que ahora, para cuando queremos ver alguna de las señales que veíamos antes, ya la hemos dejado atrás y ha dejado de tener significado. El Thor de Grønbekk va tan rápido que se ha terminado atropellando a sí mismo, para llegar a la meta completamente desbocado, sin control ni tampoco dirección.

«Con los hilos del Destino, teje el tapiz de la Realidad«

Y así ha ocurrido que, aunque lo que se nos relata no es carente de cierto atractivo y la historia podría haber llegado a conquistarnos de haber sido tratada con un poco más de cariño, al final hemos llegado al último capítulo de esta etapa con la lengua fuera y con la sensación de que, si volvemos la vista atrás, los agujeros de guión, las situaciones sin sentido y los personajes desaprovechados nos vana  devolver la mirada. Mala, muy mala manera para cerrar una etapa en una de las consideradas como principales series de la Casa de las Ideas. Tan mala que sólo la llegada a esta colección de Al Ewing parece animar un poco a los lectores a no dejarla en barbecho durante algún tiempo.

Thor #33 (#140)

Quizás, y esto es un pensamiento que me viene ahora a la cabeza, habría sido mejor dejar durante un tiempo de publicar esta colección (como se hizo en el pasado con series como la de Lobezno). O, si aquello no hubiera sido posible, permitir que Grønbekk contase lo que quisiera contar en un tomo algo más grueso mientras se comenzaba a preparar la nueva etapa para el dios del Trueno. Cualquier cosa me parece preferible al caos absoluto al que nos hemos visto arrastrados. Ni el personaje ni sus lectores nos merecíamos el sprint final al que nos hemos visto abocados.