«¿Es que esta experiencia no te ha enseñado nada?«
Me ocurre una cosa tras leer Veneno #23 (#71) y es que tengo la sensación de haber leído mucho y no haber leído nada. Las dos cosas a la vez. Hay muchísima acción en el grueso número de la serie de Al Ewing que pone a la venta Panini y, sin embargo, tengo la sensación al final de haber estado simplemente leyendo una introducción muy larga y deslavazada que nos lleva de la manita al enfrentamiento con Flexo que se nos lleva meses prometiendo y que, una vez más, no llega a producirse. Quiero decir, sí, hay pelea entre Eddie Brock y Victor von Muerte y sí, la dichosa pelea implica que ambos caracteres viajen a través del tiempo y del espacio para encontrarse con una versión venomizada del T-Rex, nazis en un pueblo derruido y a sus contrapartidas más jóvenes y marchosas.
¿Con qué nos quedamos a cambio? Con un latveriano herido en su orgullo y un simbionte sin apenas sentimientos, pero con ganas de… ¿venganza?. Y con Kang contando historias sobre distintas líneas temporales con simbiontes columpiándose entre ellas de manera cíclica y sin apenas peso sobre el destino final de todos ellos. Poco, muy poco en un cómic que se deja sentir como antesala de otras historias y que tiene mucha prisa por echar el cierre antes de que Torunn Grønbekk mezcle al Protector Letal con la más peligrosa de las agentes que salieron de la Caja Roja durante los siguientes dos meses y hasta la llegada del Verano de los Simbiones y la continuación de esta trama tras la primavera.
«Por un instante, creí que ibas a enseñarme algo nuevo«
No es cosa de la editorial española, sino de la Casa de las Ideas, que nos ofrece un enorme tomo (que se queda en seis euros y medio en nuestras tierras) para pasear a Eddie a través del tiempo sin que esto suponga un verdadero avance en su trama. ¿Llegarán número mejores? Sin duda, pero éste es particularmente aburrido y plano. Tanto que cuesta encontrar qué decir sobre el mismo por más que vuelvo a leerlo y releerlo. Muerte no me cuadra como enemigo de Veneno (no al menos de la manera en que Ewing trata de venderlo) y Kang parece cada vez más metido con calzador con el objetivo de colarnos poco a poco su presencia de cara a lo que pueda suceder en en Universo Cinematográfico de la editorial propiedad de Disney.
Salva al cómic que su apartado artístico sigue siendo estupendo, con un desfile de dibujantes que se pasan pipa con las deformaciones del protagonistas y las referencias temporales y comiqueras que permiten los viajes por el tiempo de éste y su enemigo hasta el momento en que recalan en casa del viajero marvelita del tiempo más famoso.
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