Panini Cómics publica en un tomo en tapa blanda la miniserie La Bruja Escarlata y Mercurio, escrita por Steve Orlando y dibujada por Lorenzo Tammetta, que no es otra cosa que la antesala de la nueva serie en solitario de Wanda Maximoff.
“No vas en serio, ¿verdad?”
Esta no es, sin embargo, una lectura accesible para cualquier tipo de público. Orlando propone una aventura íntimamente ligada al momento presente del personaje, y sin un artículo que ayude a poner las cosas en su contexto, cualquiera ajeno a los giros que ha dado su vida (y la de los suyos) en los últimos tiempos encontrará no pocas dificultades para situarse. Porque más allá de encontrarnos a la bruja regentando una pequeña tienda junto a Darcy Lewis (la mejor amiga de Jane Foster en el UCM) o que Magneto esté fallecido (ya sabemos que la muerte es algo relativa en estos cómics), dos son las cuestiones que pueden descolocar a todo aquel que no sea un fan devoto del personaje porque apelan directamente a la definición de la protagonista: ¿Cómo que Magneto no es el padre de Wanda y Pietro? ¿Qué es eso de que la Bruja Escarlata es el receptáculo de un poder primordial?
El contexto es importante porque la falta de él, como es el caso, tiene como consecuencia que tomemos distancia de los personajes. Si no los conocemos, no nos importa lo que les pase. Aquí ni Orlando ni Panini han estado finos. El primero por abordar el encargo como un capítulo más de la serie que guionizara en 2023, y los segundos por no dedicar espacio en sus dos artículos a poner en antecedentes a los potenciales lectores. El resultado, como ya hemos dicho, es que el público al que se dirige el cómic se reduce al nicho de seguidores de la Bruja Escarlata. Ojo, es lícito, pero habituados a como Marvel y Panini tienden a dar facilidades cada vez que tienen la oportunidad para atraer a nuevas audiencias, las decisiones en este proyecto son un tanto desconcertantes.
No ayuda mucho tampoco que la historia narrada sea un «ni fu ni fa». Steve Orlando se toma esta miniserie como un prólogo de lo que está por venir y ni él mismo parece querer darle importancia a la aventura que nos concierne y resultan más estimulantes las apariciones de personajes invitados y sus interacciones con los mellizos Maximoff que la propia amenaza. El guionista está pensando en el medio-largo plazo. Nos atemoriza con la antagonista y remarca la importancia de Wanda y Pietro, pero lo hace de una manera excesivamente críptica, desincentivando el interés que pretende crear. Y el conflicto entre los hermanos, tema central de la lectura, tampoco funciona, porque los personajes acaban exactamente en el mismo punto en el que empiezan. No hay desarrollo alguno. Si eliminamos tanto los ataques del Mago como la carta de Magneto que detonan la trama… sí, nos quedamos sin cómic, pero nada habría cambiado para Pietro y Wanda. Narrativamente es una lectura intrascendente.
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