«Una tormenta para la maldita posteridad«
Ya está aquí el desenlace de la saga que significa el principio del fin de la etapa de Jason Aaron al frente de Thor. La larguísima y espectacular época que se ha marcado el autor que ya nos maravillara en el pasado con Lobezno y la Patrulla-X halla en La Guerra de los Reinos el perfecto y apoteósico cierre que se merecía y nos deja a las puertas de un largo epílogo que nos permita tener la oportunidad de despedirnos de este magnífico autor como se merece mientras esperamos con ansias su próxima genialidad para la Casa de las Ideas. Ha querido la planificación editorial de Panini que este mismo mes llegue a nuestras librerías el segundo volumen de la versión Deluxe de las aventuras del dios del Trueno y un servidor no puede sino recomendaros encarecidamente que, si no pudisteis haceros con esta colección desde la primera grapa, sí que lo hagáis en su versión en cartoné, porque de verdad que merece la pena.
Por otra parte, nos comenta Julián M. Clemente en el Spot On del final de este número que, pese a que en España los cómics de este evento se han vendido como rosquillas, en Estados Unidos no ha sido así y que Marvel se plantea un cambio de rumbo en cuanto Matanza Absoluta (el próximo crossover marvelita) termine de ver la luz. Es llamativo que el antiguo editor en jefe de la Casa de las Ideas, Axel Alonso, ya hablara de limitar (e incluso eliminar) los grandes crossovers del horizonte de la editorial. A Alonso se lo quitaron de en medio para poner a C. B. Cebulski (que lo primero que hizo fue volver a apostar por ellos) y ahora la editorial vuelve a darse cuenta de que los grandes cruces de colecciones no son el futuro por el que debe transitar la casa. ¡Qué cosas!
«¿Qué demonios acaba de pasar?«
Volviendo al presente, Aaron se casca una entrega final que ya podíamos intuir desde el número anterior. Pero tener una cierta idea lo que puede ocurrir no hace menos divertido el desenlace de este número. Con un gran sentido del ritmo y del concepto de la historia como un ente cíclico, el guionista vuelve a reunir a unos personajes que ya juntara al comienzo de su etapa (¡que os leáis el Deluxe malditos!) para una última y épica batalla contra Malekith y sus más fieles lacayos, por la vida de Odín y Freyja y por el futuro de todos los reinos (mortales e inmortales). ¡Y vaya que si es épica! No falta nada, tenemos sangre a cubos, chanzas, amenazas, golpes salvadores en el último segundo y un regreso que se llevaba barruntando desde el comienzo de este evento y que, ahora que se ha materializado, nos invita a una nueva e ilusionante etapa para Thor Odinson.
El futuro de la Casa de las Ideas pasa por prestarle más atención a las series individuales y menos a los cruces entre éstas. El ejemplo a seguir parece ser la sensacional etapa que se está marcando Al Ewing al frente de El Inmortal Hulk (me ha costado horrores no lanzarme a por él como primera lectura de octubre), pero lo cierto es que Jason Aaron lleva desde 2012 mostrándonos el camino con una serie que ha dignificado como pocas a su protagonista. Haciendo de Thor algo más que un personaje, un icono que, sin importar la raza o el sexo de quien porte el martillo, representa unos valores y una forma de enfrentarse a los problemas muy propia. Sea quien sea el autor (o autora) que recoja el manto de Aaron tras la miniserie con la que cerrará su carrera con los asgardianos, va a tener muy complicado mantener la serie en el alto pedestal en el que la abandona uno de los mejores autores con los que cuenta la editorial en la actualidad.
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