Que en la nueva política marvelita de dotar a su universo de una mayor diversidad racial y de género hay mucho de márketing es una obviedad innegable (de hecho, los nuevos personajes no han llegado para sustituir a sus predecesores, sino para convivir con ellos). Pero que están sabiendo jugar muy bien sus cartas, también es verdad.
A diferencia de otros héroes de la editorial como Ms. Marvel o Spiderman, para los que se ha recurrido a la creación de nuevos personajes, para tomar el testigo de Lobezno han optado por el camino más natural. Así, con un Logan ya encanado y luchando con sus propios demonios, el peso de portar la responsabilidad de ser Lobezno ha recaído en «sangre de su sangre» (por así decirlo), Laura Kinney. O X-23, como prefiráis.
Con su propia carga de culpabilidad y búsqueda de redención, la joven clon de Logan (salió de las instalaciones de la temida Arma-X) es un personaje que desde sus inicios ha deambulado por el universo Marvel en busca de su identidad, en busca de un lugar al que llamar hogar. Tras pasearse por buena parte de la franquicia mutante y colecciones como Vengadores Arena, pareció encontrarlo en La Nueva Patrulla-X. Tanto es así que se ha convertido en pieza fundamental de la formación e incluso se ha ennoviado. Es en esta nueva situación personal -y con su padre ya fallecido-, con la que arranca su cabecera en solitario.
Tom Taylor a los guiones y David López como dibujante titular (al menos en lo que se refiere a este primer arco argumental), son los encargados de dar vida a esta etapa que se abre para Laura, una etapa en la que hacer justicia al legado de Logan y en la que definir ya de una vez su propio camino. Para ello, nada mejor que una trama que alude a los propios orígenes del personaje, a fin de que pueda establecer cierta distancia y tomar conciencia de sí misma y de la clase de heroína que quiere ser. Al igual que su padre, Lobezna es «la mejor en su trabajo», y eso se palpa desde la primera escena. La mutante no tiene nada que envidiar ni a su predecesor, ni al resto de superhéroes más «físicos» de la editorial. Si los mandamases marvelitas realmente tuvieran agallas apostarían por Lobezna para situarla en primera línea, potencial demuestra tener de sobra para ello.
La historia planteada por Taylor sigue un tono muy en la línea de los Vengadores de Mark Waid o del Spider-Man de Brian Bendis, donde prima la aventura sobre todo lo demás. Hay también un cuidado en la caracterización de la protagonista, el autor no se olvida de este aspecto y, de hecho, termina convirtiéndose en uno de los aspectos clave del tomo. Especialmente interesante resulta todo lo concerniente a la relación que mantienen Warren y Laura. Siendo un personaje que ha sufrido tanto desde su más tierna infancia, el amorío con Ángel le sirve como ancla, además de ser el punto que facilita que el público empatice con ella. A este respecto, aunque no es esencial, sí puede ser interesante echar un vistazo a la cabecera de La Nueva Patrulla-X, ya que el romance entre los dos jóvenes es uno de los aspectos relevantes de la misma y da una visión complementaria a lo que leemos en estas páginas.
Gracias a Laura Kinney la marcha de Logan nos duele menos. Tenemos Lobezna para rato.
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