«Permitir al monstruo en nuestras filas fue un error«
Ya está aquí, tras las introducciones que han supuesto los números de este y el pasado mes de Inmortal Patrulla-X, el evento estrella de Kieron Gillen para esta etapa de la franquicia mutante. Un evento que no iba a ser tal, sino que el propio Jonathan Hickman ya dejó ideado para la serie central de los mutantes antes de abandonar a los hombres y mujeres X y que ahora Gillen y la Casa de las Ideas convierten en una suerte de crossover que, en el fondo, sólo afecta de manera directa a la serie antes mencionada y a la Patrulla-X Roja de Al Ewing, quedando demostrada una vez más la profunda interconexión entre ambas cabeceras, que movió a Panini a publicarlas en una única grapa desde su primer número.
Pero mejor pongámonos en materia y veamos cómo hemos llegado hasta aquí: Resulta que Siniestro se cargó a cuatro miembros del Consejo Silencioso (Xavier, Emma, Hope y Éxodo) y fue por ello apresado y enviado a las tripas de Krakoa para expiar sus pecados. Lo que nadie sabía es que este fracaso formaba parte de los planes del propio Nathaniel Essex, que se revela como una personalidad oculta en los cuatro miembros del Consejo recién resucitados. Hasta ahí la enrevesada introducción al evento. La verdad es que a todo esto habría que sumarle un número determinado de reinicios de la línea temporal a través de los múltiples clones de Moria que Siniestro ha ido almacenando, pero para lo que este artículo pretende aún podemos prescindir de este «pequeño» detalle (ya ganará peso a lo largo de la trama, ya…).
«Lo dice como si fuera algo malo«
Todo lo anterior nos lleva a una nación de Krakoa en la que Siniestro va acumulando poder sin que nadie lo note hasta que sea demasiado tarde (un poco en su línea habitual he de decir). Por fin tiene sentido el hecho de que hubiera mutantes como Tormenta o Magneto que hubieran rechazado la resurrección mutante (aunque aún me queda por encajar la negativa de Bestia), ya que es este procedimiento el que le permite a Siniestro ir tomando cada vez más y más soldados para su causa, que no parece ser otra que la de hacer lo que hacía Krakoa, pero sin ningún límite moral y con el objetivo en mente de trascender más allá de lo que pudiéramos ver en Potencias de X hace unos años ya. El plan parece perfecto, es tan maquiavélico como lo podría ser cualquier plan salido de la cabeza de uno de los personajes favoritos de Gillen y cuenta con actores en las sombras, rebeldes contra el sistema y una opresión que nadie tildaría de opresiva, los ingredientes de cualquier evento de estas características.
Pero entonces llega el giro de guión que cierra este primer número y la historia, que ya nos podía parecer interesante, se torna de lo más adictiva. Intuyo que en algún momento de toda esta locura veremos aparecer de entre las sombras al resto de palos de la baraja ahora que los diamantes han reclamado las llaves del reino, pero aún sin esa confirmación, el giro que le da el guionista a esta clase de crossovers es divertidísimo y se puede traducir en un clásico instantáneo de la categoría de la Era de Apocalipsis, con quien todo el mundo se empeña en comparar a esta miniserie. Lo cierto es que los ingredientes los tiene (una línea temporal alternativa, la victoria final de un villano, un mundo que cualquier autor querría explorar en los próximos años…), pero hemos de dejar que la historia madure antes de otorgarle la corona que nos ha venido a reclamar dentro de las lecturas de este verano.
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