Los Vengadores #31 (#132)

Los Vengadores #31 (#132): Recurriendo a los clásicos

Los Vengadores #31 (#132)

«¡Pero si ni siquiera he hecho ningún chiste de mayordomos!«

 

Nuevo arco argumental para Los Vengadores de Jason Aaron y enésima oportunidad que le doy a esta serie para sorprenderme. Confieso que, tras leerme este número, estuve a punto de escribir a nuestro adorado líder (Daniel Lobato) para convencerle de que lo mejor era esperar al mes que viene y hacer una reseña conjunta de éste y el número que saliera entonces, dando por sentado que esta World War Hulka no se extendería más allá de ahí. No sin sorpresa he descubierto sin embargo que este arco argumental se extenderá durante unos cinco números, hasta el Avengers #50 norteamericano, cuando la historia de esta colección pretende dar un vuelco importante, dándole sentido a todas las historias sobre los Vengadores Prehistóricos. Así pues, y como dudo que el director de esta revista me deje mantener en barbecho a esta colección durante medio año, veamos de qué va esta nueva historia.

 

Nada más coger el cómic algo me golpea en la frente: World War Hulka. Más allá de la traducción del evento (bien explicada y jugada en las páginas interiores por Panini en España) me encuentro con la que vendría a ser la tercera edición del evento que cerró la estupenda primera etapa de Greg Pak al frente de la colección del goliat esmeralda. En aquel momento, un Hulk que venía de perderlo todo en el planeta de Sakaar, reventaba a guantazo limpio a los Illuminati (¿no sabes quienes son? ¡Hazte con los Marvel Must-Have de los Nuevos Vengadores!) para regocijo de los lectores. Años después, Pak regresaba a la serie y se sacaba de la manga un World War Hulk II para tratar de reflotar una etapa, la de Amadeus Cho como Hulk, que había comenzado muy bien, pero que estaba perdiendo el norte. Ahora es Aaron el que vuelve a hacer uso del título, ya sin Hulk, ya sin el guionista principal y sin una guerra de un monstruo gamma contra el mundo, pero con un supuesto gancho comercial que merecía la pena explotar.

 

«Cualquier trato que hicieras fue con el rey de los vampiros«

 

Con esta carta de presentación (y todo lo que llevamos a espaldas), me ha costado bastante ponerme en situación para tomarme en serio la trama de este cómic. Pero lo cierto es que lo que cuenta, aunque no termino de verle el sentido, me resulta interesante. Vayamos por partes: Aaron se apoya en un detalle que ya nos dejó caer bastantes números atrás para plantear una incursión en la montaña de los Vengadores que se salda con el descubrimiento de un par de traidores y con Hulka en manos de los Vengadores rusos, para convertirla en una especie de cruce entre la Viuda Negra y el Soldado de Invierno hipervitaminados. La idea en sí no me parece mala, la excusa de que el secuestro se lleva a cabo para que Hulka responda por sus crímenes contra Rusia durante las absurdas peleas por la Fuerza Fénix es bastante más inverosímil… pero casa con lo que haría cualquiera de las grandes potencias mundiales para conseguir algo que quiere.

 

Los Vengadores #31 (#132)

Los Vengadores #31 (#132)

 

Lo que me cuadra un poco menos es que la propia Guardia de Invierno sienta la necesidad de hacerse con los ‘servicios’ de Hulka. Me parece un poco burdo (y un pensamiento muy de americanada) creer que otra potencia vaya a pescar posibles reclutas de entre los mayores héroes estadounidenses. Que los hulks son fuertes como pocos seres en el universo me lo creo, pero la Guardia ya tiene a sus propios personajes fuertes y dudo que cualquier estratega pensase que la mejor de las ideas sería coger a una guerrera de mente inestable, darle un par de lavados y convertirla en su mascota. Por el simple hecho de que cualquier fallo en la programación haría que una bomba gamma estallase en medio de una misión. Poca broma. Me creería más, por ejemplo, que la raptasen para convertirla en una batería humana utilizando la radiación que desprende, pero, como digo, no parece que se pueda sacar al guionista del ‘¡U!, ¡ESE!, ¡A!‘.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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