«¿En serio corro peligro de perder la lotería cósmica frente a un buzón?«
Manda huevos, como dijese Federico Trillo allá por 1997, que el mejor número en meses de Los Héroes Más Poderosos de la Tierra lo haya venido a firmar un autor distinto a Jason Aaron. Tiene narices la cosa de que hayan tenido que llegar el crossover de El Día del Juicio, que publica actualmente Panini, y Marc Russell para que vuelva a molar leer esta colección cuyo final está cada día más cerca. Y es que con la excusa del juicio del Celestial a los habitantes del planeta Tierra, el guionista sustituto que se busca Marvel nos ofrece una historia sobre Ojo de Halcón que, junto a lo que hemos leído hace no mucho en las páginas de la Patrulla-X #14 (#136) sirve además para arrojar bastante luz sobre la manera en la que el nuevo dios de los Eternos ha venido a juzgar a todos los seres sintientes de esta roca a la deriva por el Sistema Solar.
Mola porque el autor detrás de Second Coming (en la Casa de las Ideas lo hemos visto a cargo de Los Cuatro Fantásticos: Toda Una Vida) le pilla perfectamente el rollo a Clint Barton y lo coloca de protagonista en una historia que va mucho menos sobre lanzar flechas y mucho más sobre recapacitar acerca de los méritos que hacemos cada uno al final del día para merecer no ya la salvación por parte de una entidad cósmica, sino nuestra propia aprobación personal. Russell viene a contarnos que el verdadero juicio parte de uno mismo y que quizás por ello el Capitán América (tan seguro siempre de sí mismo) no fue considerado ‘digno’ mientras que alguien con tantas manchas por lavar como nuestro arquero favorito o Cíclope (que tiene tanto por arreglar) pueden respirar relativamente tranquilos.
«Cualquier cosa que cometa la blasfemia de volar… queda bendecida cada domingo«
Aaron regresa para la segunda parte de la grapa de este mes. Avengers Forever sigue adelante con su reclutamiento de héroes de todas las dimensiones y nos poresenta en esta ocasión a la Carol Danvers de un mundo muy loco en el que reina el Fénix Oscuro y en el que está prohibido volar por considerarse que dicha acción constituye una ofensa ante este ser. La historia es bastante chula, es cierto, pero una vez más nos quedamos con la sensación de que el guionista está estirando el chicle tanto como puede, tratando de mantener la trama más o menos viva hasta que la editorial le de permiso para continuar con su historia hasta donde él planea llevarla. Personalmente, no puedo más.
Nos quedan aún dos números más (tanto de Los Vengadores como de Avengers Forever) para llegar por fin al arco argumental al que pretende llegar el autor y todo apunta a que, con pequeñas variaciones, vamos a seguir con esta dinámica que nos está llevando a la meta a través de un inmenso rodeo a través del cual hemos perdido completamente cualquier noción de hacia dónde nos dirigíamos y por qué. En serio, he tenido que hacer un esfuerzo memorístico para recordar la reunión de los Mefistos y a los integrantes de los Señores del Mal (incluso he tenido que buscar el nombre del grupo en un artículo mío de hace meses). Resulta muy difícil seguir una trama cuando, sencillamente, la has abandonado a su suerte desde hace tiempo, esperando al momento propicio para volver a ella.
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