«¿¡Sólo has durado treinta y tres años ahí abajo!?«
¡Bendito fanatismo! ¡Y benditos sean quienes cruzan ciertas líneas impuestas por éste para demostrar que, en realidad, éstas nunca existieron! Llega a España Second Coming, un cómic que ha hecho mucho ruido en Estados Unidos (DC canceló la serie tras las quejas vertidas por colectivos de [inserte aquí su imprecación preferida] estadounidenses y sólo ha logrado ser publicada tras su salto a Ahoy Comics) y que nos habla de, efectivamente, la segunda venida de Jesucristo, convertido ahora en el compañero de piso de un Superman de Hacendado al que Mark Russell, el autor de esta obra, bautiza como Sunstar. Una vez más, el efecto Streisand hace de las suyas y un cómic que podría haber pasado más o menos desapercibido se gana una publicidad maravillosa a través de los anormales que deciden que no debería ser publicado para no ofender a quién sabe qué sistema de creencias.
Quizás este movimiento de censura y persecución hayan influido en que el cómic termine haciendo una firme defensa de la convicción frente a la fe. Frente a la fe mal entendida añadiría yo. Porque la fe real, la que un servidor ha mamado desde que era pequeño, dista mucho de la del cómic y se parece bastante más a esa ‘convicción’. Porque la fe real no sólo acepta, sino que exige el razonamiento. La fe ciega es puro fanatismo, es imbécil y aborregante. El creyente que se cuestiona cada dogma de fe y aún así elige creer tiene una fe mucho más firme que aquel que se limita a repetir lo que le dicen desde el púlpito o desde la sala de estar de su propia casa. Los defensores de esta fe ciega se diferencian muy poco de aquellos que se ponen bombas alrededor del torso. O de quienes aplauden al político que les ha robado ante sus narices. O quienes le lanzan un botellín al árbitro que señaló una falta sobre su reverenciado y multimillonario jugador estrella del momento.
«Estoy aquí para deciros que el mundo no necesita vuestra fe«
Pero sobre lo que más versa este interesantísimo cómic de Planeta es sobre la imposibilidad de gestionar problemas complejos con reglas absolutas. Russell pone en juego a un Dios violento, cansado de la humanidad que tantas decepciones le ha causado y centrado en un hijo al que considera blando y excesivamente idealista. Ante él coloca a un Jesucristo muy cercano al que encontramos en la Biblia, pero con bastante menos de aquello de ‘expulsar mercaderes del templo’ y bastante más de ‘paz y amor hermanos’ y a un Sunstar que ostenta los poderes de un dios, pero con las limitaciones mentales y las angustias propias de un ser humano. Los dos entes divinos representan dos máximas absolutas que casi terminan por volver loco al superhéroe, que termina por ser poco más que un peón dentro de las intransigentes posturas de sus interlocutores.
Lo que está claro es que Second Coming es un cómic que se ha de leer con mente abierta e inteligencia. Cualquier visión retrógrada destruye el maravilloso mensaje que contiene y contribuye un poco más a que quien sea que esté arriba (Dios, Yahvé, Buda o el Coronel Sanders) nos considere como una raza fallida, más enfrascada en decidir sobre lo que debe pensar el prójimo que en tratar de pensar por nosotros mismos. Al final va a ser verdad que nos merecemos una extinción masiva al más puro estilo Thanos a no ser que seamos capaces de comenzar a ver las vigas en nuestros ojos antes de la paja en el ajeno.
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