«Los humanos te importan un bledo, ¿verdad?«

La Guerra de los Reinos ya está aquí (y pronto tendréis nuestra reseña de su primera entrega), pero eso no ha impedido que Jason Aaron permanezca fiel a las historias que pretende contar en sus Vengadores. Es por ello que en las dos entregas que nos ocupan hoy (que recorren lo que cuatro números norteamericanos) tenemos la primera parte de una saga que tan sólo quedará en suspenso durante el enfrentamiento que viene de las páginas de la colección del Dios del Trueno. Lo que leemos, pese a que se pueda interpretar erróneamente como un aperitivo (unos entremeses) antes del crossover del verano, tiene mucha enjundia, sirve para introducir a un nuevo miembro en el equipo y deja abiertas algunas tramas que van a lograr que odiemos aún más a Malekith por acaparar los focos durante los meses que dure su historia en Marvel y Panini.

Aaron hace lo que mejor se le da. Lo que ya hizo con Thor y con el Doctor Extraño. Asalta la casa tradicional de Drácula en Transilvania y la quema hasta los cimientos con un único objetivo en mente: hacer renacer a los vampiros en la Casa de las Ideas del siglo XXI. Y esto no es nada gratuito. Dentro de la Fase 4 del Universo Cinemático Marvel hay sitio para el regreso a la gran pantalla de Blade (aún sin fecha, pero con la confirmación de que será Mahershala Ali [dos veces oscarizado por Moonlight y Green Book] quien interprete al vampiro mestizo) y en la editorial de cómics (como ya ocurriera hace años con los Guardianes de la Galaxia) eso significa que comienza la cuenta atrás para recuperar al personaje y dotarle de un nuevo universo y una nueva mitología a la que puedan agarrarse los lectores que lleguen a la editorial desde las salas de cine.

«Luchamos contra vampiros que matan a otros vampiros, junto a vampiros que matan vampiros«

Los grandes beneficiados, si el experimento sale bien, no somos otros que nosotros los lectores. Hasta que Marvel le encargó la serie a Brian Michael Bendis, la banda de Peter Quill era poco más que una serie menor dentro de la galaxia marvelita, con sus momentos de gloria, pero sin el peso de otras colecciones. Hoy, pese a algún que otro traspiés, tenemos a una serie en la que se pegan los personajes por aparecer, que sirve de rampa de salida y escaparate para nuevas incorporaciones y que supone una de las principales puntas de lanza para la versión intergaláctica de la editorial. Invertir en Blade y en los vampiros (al tiempo que se recupera a Conan en otras colecciones) le supone a la Casa de las Ideas desembarcar de nuevo en la vertiente fantástica de sus relatos, en el terreno de los magos, los monstruos y los castillos encantados que durante mucho tiempo han sido el hogar de Tolkien y Peter Jackson en el cine y que nunca se sabe cuándo volverán a estar de moda.

Los Vengadores #8 (#107)

Y no nos podemos olvidar de Johnny Blaze, que goza de una aparición estelar en estos cómics. Junto con los derechos del cazador de vampiros, Marvel recuperó hace años los del Motorista Fantasma. Sin embargo, en lugar de devolver a Johnny a la gran pantalla (en la que todavía perduraba la… perturbadora imagen de Nicolas Cage), Marvel decidió apostar por la nueva versión del antihéroe que estaba progresando en los cómics y soltó a Robbie Reyes en el campo de pruebas que suponía la serie de Agentes de S.H.I.E.L.D. Sin embargo, el personaje (que sí parece haber cuajado en los cómics) no ha terminado de despegar en pantalla, así que no deberíamos de perder la pista al motorista acrobático, porque bien pronto lo podríamos volver a ver en las salas. Quién sabe si acompañando a cierto cazavampiros o si enfrentándose a él por el castigo de las almas de los condenados.