«¿Qué es lo que le falta de verdad a mi vida?«
Cerramos una saga y abrimos otra nueva en la etapa de Mark Waid al frente del Doctor Extraño. El enfrentamiento con Dormammu se salda con la resolución, temporal, de todos los problemas sociales de Stephen con Wong, Zelda y Kanna (que vuelven a ser sus aliados incondicionales) y con la restitución del Anciano. Todo cambia para que nada cambie. Grandes amenazas acechan el mundo mágico para que la vida de nuestro protagonistas acabe tal y como comenzó al principio de su viaje. Lo que viene siendo, a grandes rasgos, el modus operandi de las grandes editoriales norteamericanas durante los últimos años.
Precisamente esta sensación de historia recurrente y cíclica es la que motiva el comienzo de un nuevo arco en Doctor Extraño #9 (#42). En las primeras páginas el Hechicero Supremo hace un repaso de todas las veces que se ha enfrentado a Mordo, Dormammu, el mismísimo Diablo… y todas las veces que ha perdido los poderes o su condición de garante de la magia en nuestra dimensión, sólo para volver a recuperar la magia y los títulos poco después. Waid trata de investigar qué podría suponer una novedad en la historia de un personaje tan longevo como éste y sólo se le ocurre una respuesta posible: Galactus.
«Alguien debe extender la leyenda de lo que estoy a punto de conseguir«
Si ya te has recorrido el mundo mágico de un extremo al otro prueba a meterte en el terreno de la ciencia. Es lo que ha debido pensar el autor, que (de un modo tan abrupto como los gags de la serie Padre de Familia) lanza a nuestro protagonista a los confines de la realidad (precisamente donde parece ser que se desarrollará la próxima película de su contrapartida cinematográfica) para rescatar al Devorador de Mundos de un exilio impuesto con más poder que cabeza por un personaje al que apenas logramos poner un nombre. El comienzo de este nuevo argumento, como podéis leer entre líneas, no me ha convencido en absoluto. No soy nada fan de una historia que llega como una bomba en el mundo de los cómics, donde habría que suponer que un autor goza de algo más de tiempo para ir sembrando el campo con sus argumentos. Sin embargo, las posibilidades que ofrece un enfrentamiento entre Extraño y una de las fuerzas de destrucción más poderosas de la Casa de las Ideas sí que me deja intrigado.
La gracia no está tanto en el choque entre los personajes como en lo que el propio Waid pone en labios de su protagonista: Galactus (un ser de ciencia) abandonado en una dimensión de pura magia puede desequilibrar la balanza de toda la realidad. Hasta el punto en que tanto la realidad como el propio ‘villano’ acaben por ser transformados en el proceso. Me interesa qué historia se le ocurrirá a Mark y me intriga saber si será otra manera de volver al statu quo o si se atreverá el guionista a hacer algo más radical con el personaje. En cualquier caso, y dado que me entero ahora de que la etapa de Waid terminará en el número #20 estadounidense (Doctor Extraño #9 (#42) se corresponde con el #12), poco tiempo vamos a tener para saborear cualquier experimento que quiera probar el guionista antes del siguiente salto a ciegas de la editorial con esta colección.
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