«Ni que la peña fuera a aglomerarse en un sitio así«
Una cosa que me sorprende y me agrada de Murciélago es la libertad con la que cuenta su autor a la hora de saltar del gore a la acción, de la comedia al erotismo, de la investigación a las recetas de cocina… Es bestial, porque esto, bien llevado, dota a la serie de una imprevisibilidad que no tienen otras. Uno sabe que cuando Luffy llega a una isla nueva, más tarde o más temprano habrá tortas como panes, de igual manera nos podemos esperar (más o menos) por donde van a ir las tramas en Spy x Family, pero ¿en Murciélago? En el manga de Kana Yoshimura quizá la única constante es que Kuroko tratará de tirarse a alguna fémina en un momento determinado. Lo demás es pura fantasía con pequeño poso de historia bastante bien hilado para que no nos volvamos locos del todo.
Murciélago #15 comienza con el final de la terrorífica trama del número anterior, un cierre que es, sencillamente un bromazo, una burrada y un pellizco más de fan-service de ése que tanto le gusta al autor de esta serie. ¿Y de ahí a qué saltamos? Pues a una historia que comienza con un día en el circo y que continúa con temas de gente siendo drogada e hipnotizada para hacer toda una variedad de locuras que van desde agredir a otras personas hasta realizar performances loquísimas (¿soy sólo yo el que por un momento ha pensado en un ciempiés humano?) para el gusto y disfrute de la mente retorcida de un nuevo / viejo loco que visita la ciudad. Y ¡ojo!, que por una vez no estamos hablando (de momento) de ningún brutal asesinato, sino simplemente de alguna que otra contusión y, pobrecilla, una chica que pierde un ojo. Dentro del festival gore que es a veces Murciélago, estaréis conmigo que esta es una novedad.
«El artista esconde bien sus trucos«
No hay, de momento, excesivo desarrollo de personajes en este volumen. La decimoquinta entrega de Murciélago se podría considerar casi un manga de transición, con un regreso a las mecánicas que viéramos al principio de la serie. Sin embargo, ahí están la continua mención de la droga ‘cesare‘, la siniestra visión de la tumba solitaria que pretende cerrar la trama de la secta que comenzó allá por el tomo cuatro y la aparición de nuevos villanos que ahora parecen tener mayor acceso y control sobre una sustancia que siempre creímos que desaparecería tras el arco del Ôsenkai. Todo ello nos hace pensar en que lo que aquí leemos es de todo menos gratuito. No sería la primera (ni la segunda, ni la tercera…) vez que Yoshimura juega al despista con algo en apariencia nimio.
Lo hablaba hace unas horas en casa: Murciélago nos regala a los que hemos leído ya mucho manga la posibilidad de sorprendernos con cada nueva entrega y con cada nuevo capítulo. Ni más ni menos. Es por ello, en parte, por lo que seguimos enganchados a día de hoy a un manga que dudo mucho que jamás llegue a ser del todo mainstream y, mucho menos, lleguemos a ver animado en algún momento. Tampoco es la clase de liga en la que este manga pretenda jugar. Quizás le baste, como a nosotros, con sorprender un día sí y otro también a quienes le hemos venido permaneciendo fieles a lo largo de sus ya muchas entregas que, por otra parte, son la prueba palpable del éxito de esta obra.
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