«¿Un accidente? Esto es un asesinato«
Me tiene preocupado este manga. Ya en el número anterior detecté una bajada en ritmo e ideas que asocié a un agotamiento momentáneo de Kana Yoshimura, pero me asaltan las dudas cuando veo que en este Murciélago #20 nos encontramos con una trama poco clara (¡es todo muy confuso!), en la que Kuroko parece haber perdido facultades y con unos personajes que poco o nada me tienen que decir. Me hace pensar entonces que quizás hemos llegado al principio del fin de esta colección (aunque veo que en Japón están a punto de alcanzar el vigésimo cuarto tomo así que…) o, por lo menos, un momento crítico en el que el autor debe pararse a pensar en lo que quiere hacer con todo lo que ha creado y con todas las piezas que ha puesto a jugar durante los últimos nueve añazos (que se dice pronto, aunque el manga lo trajo a España Panini en primavera de 2020, un poquito después).
El caso es que uno puede más o menos ir entendiendo por donde va la saga actual: hay una familia cuyo patriarca maneja bastante pasta y que esconde el oscuro secreto de la muerte de uno de los suyos. Han pasado los años, el padre se siente morir y reúne a sus hijos para hablar de la herencia y es entonces, como si de un capítulo de Detective Conan estuviéramos hablando, que comienzan a sucederse las muertes. Justo a la vez que Kuroko y sus amigas han decidido pasar unos días de relax en las termas que regenta este clan familiar. Lo que no me queda claro es por qué debía caer la tal Ayako (la víctima que parece haber vuelto de la tumba en busca de venganza) ni por qué son todos tan cabritos. Porque ya no es que veamos reflejada la típica estampa del niño rico que se convierte en un psicópata de manual, sino que cada miembro del clan ha cometido terribles tropelías y a los demás no parece importarles demasiado.
«Creo que tenemos que contárselo todo a la policía«
Entre medias volvemos a ver al grupo que da vida al spin-off de esta serie. Sin embargo, no me termina de quedar claro cuál es su papel en todo este embrollo. Entre estos personajes está la chica que vemos en portada y que parece que ha decidido desenroscarse la cintura (o eso o la chica es pe plastilina, porque ¡Mon Dieu!, la pelota viene a tratar de esconder los mil errores que tiene la anatomía de esta pobre chica). La cosa es que tampoco me parece ni medio interesante la participación de unos personajes que (al no haber leído sus aventuras) me son prácticamente desconocidos a estas alturas.
En general me da la impresión de estar leyendo una aventura de las que habrían ocupado antes un tomo a duras penas y que ahora se extiende perezosamente a lo largo de tres, pero sin aportar grandes detalles a su trama y a los misterios que la misma maneja. Por eso me da la impresión de que el autor está desganado o, simplemente, algo falto de ideas. Espero con verdaderas ganas que la situación vaya corrigiéndose y volvamos al Murciélago que nos encanta, porque con el ritmo que lleva en estos dos últimos números no puedo y eso se nota en que cada vez se va quedando más abajo en mi lista de lecturas pendientes. Una pena.
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