«Tu equipo no deja de poner a esos críos en situaciones peligrosas«
Echo de menos los tiempos de Jason Aaron al frente de Lobezno y la Patrulla-X. Esa cabecera, durante sus mejores tiempos, nos permitió disfrutar de la vida escolar de la nueva generación de ‘bebés X’ mientras Logan, Tormenta, Kitty y el resto del profesorado se enfrentaban a amenazas más o menos peligrosas a lo largo y ancho del globo. Esa época fue la última más o menos tranquila que vivirían los mutantes hasta el día de hoy: tras ella los hemos visto decimados por las nieblas terrígenas cuando los Inhumanos parecían ser los nuevos mutantes, privados de figuras clave como Charles Xavier, el viejo Cable o Lobezno e incluso recluidos en el Limbo lejos del alcance de una humanidad que les temía. Cuando ha llegado el Amanecer de X todo hacía pensar en una nueva era de estabilidad que nos dejaría con series más centradas en la acción (Patrulla-X, X-Force) y que permitiría que los Nuevos Mutantes pudieran ser de nuevo niños aprendiendo a ser mayores.
Sin embargo, la colección comenzó con la imponente responsabilidad de ser la hermana pequeña de la Patrulla-X y, cuando este papel fue asumido por Excalibur (al menos hasta X de Espadas), la colección cayó poco a poco en un ostracismo del que no la ha salvado Vita Ayala. Ahora, durante un número, se hace cargo de la serie un casi desconocido Danny Lore, al que seguirá de nuevo Ayala en un número especial, para ser de nuevo sustituida por Charlie Jane Anders en una minisaga que servirá para darle la puntilla a una serie que llevaba ya bastante tiempo muerta.
«Los Nuevos mutantes sois niñeras geniales, ¿sabes?«
Esto quiere decir que durante todo lo que ha durado toda la etapa de Krakoa, esta colección apenas ha tenido dos o tres fogonazos de lo que todos quisimos que fuera alguna vez. Y ahora que todo parece encaminarse al precipicio pocas esperanzas nos pueden quedar ya de que alguna cabecera trate de recuperar a los mutantes más jóvenes de una vez por todas. De hecho, el número que tenemos hoy entre manos ni tan siquiera lo intenta, sino que nos lleva de paseo y violencia con Daken y Sendero de Guerra en una breve aventura que seguramente os arranque algún bostezo que otro y en la que ni tan siquiera el dibujo, de Guillermo Sanna, parece acompañar (no por malo, sino por lo rupturista que es con el resto de la colección).
Hasta la portada del número (que además nos deja bien claro que esta serie ni tan siquiera se cruza con todo el jaleo del Día del Juicio) tiene pinta de haber sido maquetada por la Casa de las Ideas con pereza y dejadez, dándonos una pista de que no nos perdemos nada si no leemos el interior de la grapa que pone en nuestras estanterías este mes Panini. La verdad es que es una pena, porque tanto en su primera etapa como en la de Ayala, Nuevos Mutantes ha dejado de cuando en cuando chispazos de lo que podría llegar ser y ahora nunca será: una serie con la que echar un vistazo a los personajes que seguiremos con emoción en el futuro marvelita y mutante.
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