«Quizá será la única vez que me oigas decir esto…«
Doble número, doble diversión. Cerramos saga (y ya de paso la participación de Lobezno en Destino de X) con una grapa bien cargadita que comienza justo donde lo dejamos el mes pasado… Con Logan y Rebelde siendo acribillados desde el cielo por quienes se supone que son sus aliados mientras se dirigían, en solitario, a tratar de acabar con Bestia, los clones de Lobezno, su isla andante y todo lo que oliera a pelo azul e ideas grandilocuentes sobre cómo salvar el mundo mutante. La verdad es que Panini ha hecho muy bien en agrupar estos dos capítulos bajo un mismo número en España, porque lo cierto es que funcionan muy bien juntos y casi pareciera como si hablaran entre ellos, corrigiéndole el uno al otro las cosas que salieron mal y regalándonos a los lectores por el camino un muy buen rato de diversión.
Así, la primera mitad de este Lobezno #35 (#141): Destino de X es el relato de un fracaso absoluto. De cómo a veces las mejores intenciones (como pasar a cuchillo a un amigo de toda la vida ay al ejército de clones que se ha creado) se pueden truncar por llevar nuestros miedos al extremo. Logan se une a Rebelde en su cruzada contra Bestia no porque sea su amigo del alma, sino porque da la casualidad de que pasaba por ahí y porque momentáneamente sus intereses coinciden. Más allá de Rebelde, con Jeff las heridas aún están abiertas (no las físicas, pero sí las que duelen) y Logan siempre ha sido de los que no quieren cargar a sus amigos con las puñaladas que ya puede dar él mismo, aparte de que la presente versión de X-Force ha sido una gran decepción para el mutante, máxime tras la tibia respuesta del Consejo Silencioso a los desmanes de Hank McCoy.
«Le encanta hablar, así que tenemos tiempo«
¿Y a qué nos conducen tantos recelos? A un Jeff tiroteando a Logan al confundirlo con uno de sus clones, a un ataque sorpresa del que iba a ser la presa de nuestro protagonista y a una gran pérdida que aún empeora más con una de las escenas de cena que más me han revuelto las tripas desde que leí los cómics de Chew (en serio, lo de Benjamin Percy con Bestia ya roza el ensañamiento). Por suerte llega la segunda mitad de este número para mostrarnos que si hay algo más peligroso que Lobezno es… Lobezno con un plan (y amigos para llevarlo a cabo). La segunda parte del cómic, que podría haber llevado sin problema el título de X-Force, es divertidísima, muy loca y nos permite disfrutar de buena acción y momentazos en un mes que para los mutantes han sido todo caras largas. Me atrevo a decir que, pese a lo inconcluso que queda todo, este haya sido el número más satisfactorio de esta colección hasta el momento.
¿Y ahora qué? La Casa de las Ideas le da a Percy un poco de manga ancha para que haga con él lo que quiera más allá de los confines de Krakoa, así que, aunque le veremos de cuando en cuando por las costas de la isla mutante (para echar una mano a los suyos con lo que se les avecina), Logan va a seguir su propio camino más allá de la Caída de X convirtiéndose su cabecera una vez más en una de aquellas de la galaxia mutante que poco o nada tenían que ver con las tramas principales del resto de series. La colección que escribe Percy se circunscribirá dentro del arco mutante que le corresponde, pero nos esperan meses de volver a ver al mutante de las garras de adamántium saludando a viejos amigos como Hulk, el Capitán América o el bueno de Spider-Man. Le vendrá bien a la serie, al personaje y a un guionista que podrá centrarse más en contar las historias que más quiera y en coquetear con algunos de los personajes más apetitosos de Marvel.
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