«Ahora se han vuelto tan poderosos como nosotros siempre hemos sido«
Tarde o temprano tenía que pasar. Lo que hemos vivido hasta ahora en la división mutante de la Casa de las Ideas con Jonathan Hickman al frente no ha sido sino un aperitivo de lo que se nos viene encima. Primero tuvimos dos series que, si bien funcionaban de manera más o menos independiente y contaban historias separadas, juntas formaban un todo que servía de introducción a Amanecer de X, la época de mayor esplendor de los mutantes en toda su larga historia. A ello le ha seguido un año entero en el que hasta diez series diferentes se han ido coordinando para, a la vez que contaban sus propias historias, ir tejiendo una realidad común a base de ir alimentándose unas de las tramas de las otras. Cada uno, de nuevo, era libre de leer las que gustase, pero sólo la lectura de todas ellas proporcionaba una imagen completa de lo que ha sido el último año para los homo superior en el universo Marvel.
Pero ahora. ¡Ay ahora! Llega X de Espadas. Llega el primer gran crossover mutante de la Era Hickman y ya no valen medias tintas. Ahora hay que leerlo TODO para no volvernos locos. Hasta el punto de que mantener el título de las cabeceras es poco más que anecdótico. Por cosas como que, por ejemplo, este Patrulla X #14: X de Espadas contenga el duodécimo número americano de Excalibur y la duodécima entrega estadounidense de Patrulla X. Así. En fila. Uno detrás de otro.
Es lo bueno y es lo malo de habernos abandonado a la dirección del tito Hickman. Cuando se hizo con las cabeceras de Vengadores y Nuevos Vengadores terminó siendo imposible leer una sola de ellas, pero ambas confluyeron en Secret Wars, que se han convertido (al menos para un servidor) en el mejor crossover marvelita de lo que llevamos de siglo. Ahora hace lo propio con las series mutantes en este largo evento que ha ocupado los meses de enero, febrero y marzo en las librerías (así que cuando leáis esto igual ya podéis disfrutar de la saga al completo) y todo hace presagiar que, una vez más, nos enfrentamos a una trama de proporciones épicas.
«¿Te da la impresión de que me gustan los juegos?«
Este preludio en dos partes nos lleva primero a tomar contacto con todo lo que ha venido ocurriendo en la Excalibur de Tini Howard. La guionista ha convertido a Betsy Braddock en la nueva Capitana Britania y ha reunido bajo su mando a un equipo muy interesante (con Gambito, Pícara, Júbilo…) que actúa bajo la atenta mirada de Apocalipsis (o, bueno, el artista antes conocido como Apocalipsis), que es quien los organiza y/o manipula para sus propios fines. La serie está muy bien y, si queréis saber más de ella, os recomiendo que le echéis un vistazo a las reseñas de Daniel Lobato en esta misma revista. Ahora, en este número cero, vemos los planes de Apocalipsis germinar y Howard nos muestra hasta qué punto su serie ha estado dirigiéndose todo el tiempo hasta este momento.
En la segunda parte de este prólogo es el propio Hickman quien nos devuelve a algo que vimos en Patrulla X #2: Amanecer de X y que lleva esperando pacientemente su regreso desde entonces. Allí vimos como una segunda isla (Arakko) colisionaba con Krakoa, aumentando la superficie de la nación mutante, pero añadiéndole a ésta también una enorme fracción de terreno desconocido y misterioso cuyo pasado evocaba viejas guerras y pecados nunca confesados.
Y precisamente eso es lo que parece que se nos viene encima. Una gran guerra mutante en la que los krakoanos van a entrar sin saber muy bien de dónde vienen los golpes. Un bautismo de fuego y sangre para la poderosa isla-nación que han fundado Xavier y Magneto por consejo de la por ahora desaparecida Moira. Si pretendíais comprar una única serie estáis perdidos. Si os atrevéis a haceros con los catorce cómics que componen este evento es muy probable que os podáis leer la próxima gran aportación de Jonathan Hickman a la mitología marvelita.
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