«Imagina en qué podrías haberte convertido«
A los mutantes les crecen enemigos como a un bosque oscuro las setas. Si en Patrulla-X Oro tenemos a Lydia Nance haciendo migas con el Centinela 0101 a la Patrulla-X Roja le ha ido a buscar las cosquillas nada menos que Cassandra Nova, la hermana melliza de Charles Xavier que en peores aprietos ha puesto a los hombres y mujeres X y que vuelve a casa justo ahora que en Increíble Patrulla-X un hombre llamado X ha vuelto a pasearse por el mundo de los vivos. Las consecuencias de la aparición de esta formidable villana comenzarán a ser verdaderamente palpables a partir del próximo número (en el que llega la primera batalla de envergadura), pero ahora comienzan a aclararse algunas de las preguntas que nos habían suscitado los dos primeros números de la colección. Con Nova tenemos a una oponente muy complicada y que, además, no gusta de mancharse las manos, así que vamos a tener a nuestros protagonistas persiguiendo a su sombra durante, con suerte, bastante tiempo.
Pero si la aparición de la villana ya es llamativa, hay una escena de este tercer número que me parece aún más importante y no es otra que la que protagoniza un Gambito que temporalmente va a coordinar sus apariciones en esta colección con su participación en la serie mutante que guioniza Charles Soule. En ella vemos a una Luisiana enardecida de sentimiento anti-mutante que se echa a las calles del mismo modo que el año pasado hicieron los supremaciastas blancos en Charlottesville. Allí, también como en la pequeña ciudad de Virginia, los partidarios de la integración deciden hacerles frente… Hasta que las cosas se ven de madre tanto que alguien termina pagándolo muy caro.
«No veo por qué no puedes tener tu propio robot gigante«
Taylor puede haber nacido en Australia, pero ha pasado el suficiente tiempo en Estados Unidos como para comprender el alcance del fuerte movimiento racista que parte de el centro y sur incultos e ignorantes del país y que su propio presidente ha esgrimido (de una forma que hará que la Historia le recuerde como el Presidente Inconsciente… si no se buscan adjetivos peores) como una herramienta para hacerse y mantenerse en el poder. Así, el guionista hace una fotografía perfecta de lo que está ocurriendo en Norteamérica (y en Italia, Inglaterra, Hungría…) y que está conduciendo a situaciones deplorables y un clima de tensión tan fuerte que parece destinado a, tarde o temprano, estallar de forma violenta e impredecible. Ya pasó hace muchos siglos con el Imperio Romano y los hambrientos y ninguneados pueblos bárbaros. La pregunta no es si volverá a pasar, sino cuándo y cómo ocurrirá.
La colección que dibuja Mahmud Asrar ha sabido encontrar su propio tono convirtiéndose en la menos aventurera y más volcada en el aspecto social de los mutantes y en sus enlaces con el mundo real en el que se venden los cómics. Es una bocanada de aire fresco en una editorial que parecía haberse plegado a las exigencias racistas de unos pocos. Una pequeña esperanza de que, al final, Marvel siempre apostará por la diversidad que la ha engrandecido y que ha hecho que sueñen con escribir para ella tipos de Australia hasta Italia y dibujar en sus páginas hombres y mujeres desde Vigo hasta Corea del Sur.
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