La lectura de The Ultimates provoca sentimientos encontrados, sobre todo para quienes vengamos ya de un historial comiquero a nuestras espaldas y viviéramos de primera mano el nacimiento y caída de la Tierra-1610, el universo Ultimate primigenio. Esta segunda entrega de la serie escrita por Deniz Camp (que Panini Cómics edita en tomos de tres capítulos) consolida nuestras primeras impresiones: esta versión Ultimate tiene miedo a volar libre.
«Nosotros siempre suspendemos sus exámenes. El resultado nunca sale a nuestro favor«
Más allá del escenario concebido por Jonathan Hickman y los planes que este hubiera previsto a medio-largo plazo para esta Tierra-6160 que inevitablemente condicionarían las líneas maestras del resto de equipos creativos, Camp muestra un excesivo conservadurismo en su propuesta. El guionista, o no tiene control sobre lo que escribe, o está abrumado por las opciones y se queda paralizado. Sea como fuere, el resultado es que empezamos a atisbar los mismos síntomas que llevaron a la Tierra-1610 a su destrucción: su incapacidad para alejarse de los tropos de la continuidad oficial (Tierra-616) y unas aventuras palomiteras y visualmente poderosas, pero sin profundidad de personajes.
Así, tenemos por ejemplo un primer número en el que Phil Noto se quita el sombrero con una composición 4×4 (cuatro tiempos – cuatro viñetas) para narrar el fatídico destino de Los 4 Fantásticos en este universo, al tiempo que tenemos a un protagonista, Reed/Muerte, empeñado en emular -hasta en el habla- al autócrata latveriano. Algo similar le ocurre a Steve Rogers en el segundo capítulo, que en manos de Camp es incapaz de abandonar los modos del Steve Rogers convencional y a la menor ocasión asume el rol de líder de estos Ultimates. El autor, a nada que debe escribir a un personaje que visualmente tiene alguna contrapartida idéntica en Tierra-616, se empeña en escribirlo igual, por más que sus contextos y orígenes diverjan de forma notoria.
Cuando hay que elegir, The Ultimates tiende a elegir el camino fácil. Y con las adiciones de nueva creación pasa un tanto de lo mismo. Hulka y Ojo de Halcón responden a la llamada de las minorías étnicas e identitarias, pero la impresión es que lo hacen movidas por una cuestión de cuota. Si lo que define a un personaje es su raza o sexualidad, estás haciendo un flaco favor a la representación real de la sociedad. Estás cayendo en el estereotipo y subrayando aquello contra lo que se supone que peleas. Y no hace falta salir de la colección para ver la diferencia, porque, ¿qué define a América Chávez? ¿Es acaso en su origen latino o su orientación sexual en lo primero que pensamos al verla? ¿Verdad que no?
El enfoque de Deniz Camp es vago y erróneo. Pero claro, bajo una capa de artificios y sorpresas es fácil esconder los problemas de base, al menos en el corto plazo. The Ultimates tiene un magnífico sentido de la espectacularidad y sabe generar la tensión dramática que despierte (y mantenga) el interés de la audiencia, que devora la lectura con avidez. La presentación de Antorcha Humana, la citada narración del final de Los 4F o el cliffhanger con el que cierra el tomo son buenos ejemplos del oficio del guionista en este aspecto. Por el camino, sin embargo, se está dejando lo más importante, que son sus personajes.
Las señales están ahí, ¿sabrá verlas a tiempo o lo hará demasiado tarde? El futuro del Universo Ultimate está en juego.
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