«Lo que necesitas es alguien que pueda pasar desapercibido«

Si bien el Donny Cates macarra y salvaje que llevamos algún tiempo viendo al frente de la serie de Thor es bastante de mi agrado, uno termina por echar un poco de menos ese humor (también gamberro) por el que destacara en las páginas de Thanos, primero, y del Motorista Fantasma Cósmico, después (aunque también en su etapa al frente del Doctor Extraño tuviéramos humor a paletadas). En Thor #18 (#125) el guionista se permite un pequeño paréntesis de cachondeo dentro de la gran historia que se ha decidido a contar con motivo de lo que vendría a ser el prólogo de Dios de los Martillos, su próximo gran arco argumental.

El cómic comienza con una escena que, al menos de momento, no nos dice gran cosa. Thor, que descubrió la ausencia de Mjolnir en el número del mes pasado, le pide ayuda a Loki y éste, convertido actualmente en el rey de los gigantes de hielo por derecho de sangre, se niega a apoyarle hasta que… no sabemos muy bien qué, porque la siguiente escena ya sí que nos traslada al escenario que de verdad importa en esta entrega (¿quizás tenga algo que ver Loki en lo que lleva Thor en la mano?). En ella Thor viaja a la charca en la que habita Throg, el Thor-rana que obtuvo entidad propia hace relativamente poco (si es que el año de 2009, hace ya trece años, se puede considerar como reciente) y que es el portador del Frogjolnir (sí, una versión de tamaño rana del martillo del dios del trueno). Aquí le encarga al anfibio la búsqueda discreta de su arma más preciada a través de todos los reinos, tarea para la que el que, recordemos, pudo soportar (y casi doblegar) al perturbado de Donald Blake.

«Afortunadamente para ti, conozco a un buen sabueso«

Después de todo lo que hemos venido leyendo últimamente en la colección asgardiana de la Casa de las Ideas, se agradece un número que, si bien es cierto que poco avanza y poco cuenta, al menos sí que se dedica a rebajar un poco el ambiente tan exageradamente serio que se había instalado en las páginas de la colección que publica en España Panini. Thor #18 (#125) es desenfadado, cómico y simplón, lo cual contrasta de manera muy exagerada con lo que hemos venido leyendo hasta ahora. Y, además, le sirve al guionista para rescatar a un grupo (el de los Vengadores Mascota) que ha tenido muy poco recorrido en nuestro país y que ahora (con la aparición de, curiosamente, una película sobre las mascotas de los superhéroes de DC) podría por fin encontrar su hueco en nuestras librerías.

Thor #18 (#125)

El dibujo, a cargo de Pasqual Ferry y Bob Quinn, de esta entrega es MUY divertido y la lectura de esta grapa, aunque no aporte gran cosa ni a la trama principal ni al trasfondo de los personajes, supone un agradable descanso dentro de la actual trama. Leo con pena aquí y allá a gente que lo denuesta precisamente por este tono simpático y relajado y esto me hace pensar dos cosas: que ninguna historia aguanta un tono excesivamente serio y formal de principio a fin, por lo que este tipo de ‘descansos’ son mucho más que necesarios y que el verdadero problema es que el lector medio se ha dejado tres euros en esta serie (y a nada que se compre otras dos más ya irá a por los diez) y entiendo que le puede doler en el bolsillo tener que esperar un mes (y otro desembolso) para continuar con la historia. Quizás este capítulo se disfrute mejor cuando quede recopilado en un tomo. O quizás ocurra que el personal está demasiado acostumbrado a la obtención inmediata de lo que quiere, sin introducciones, sin preámbulos ni ninguna clase de rodeo.

La segunda opción es la que, de calle, me da más miedo.