«Quiero que me envíes de vuelta a donde las cosas se empezaron a poner muy feas«

Hay personajes que nacen y mueren en un gag. Hay otros, ya que hablamos de cómics, cuyo ciclo vital se limita a un crossover (¿alguien se acuerda ya del mutante atribulado al que combatió la Patrulla-X Oro en un lejano planeta hará cosa de un año? ¿Y del sicario de Brainiac de la Convergencia deceíta?). Sin embargo, hay otros que, pese a nacer para una broma o un capítulo determinados, son tan poderosos en su carácter o tan divertidos que sobreviven a su función original. Harley Quinn, la villana / heroína / lo que se tercie que nació en la serie animada de Batman y ha pervivido hasta nuestros días convertida en todo un icono y con presencia incluso en el celuloide, es el ejemplo clásico de este fenómeno. No estaba diseñada para vivir más allá de los chistes que surgieran alrededor de su relación con el Joker, pero su historia personal y, sobre todo, su carácter obsesivo y su aguda inteligencia permitieron el ‘milagro’. Ahora vuelve a ocurrir, esta vez en las páginas de una serie marvelita, con el Motorita Fantasma Cósmico que Donny Cates creó para cerrar la genial serie sobre Thanos que Jeff Lemire dejó inconclusa y que ha pasado de ser un recurso cómico para un cómic muy serio a un personaje demencial, divertido y tremendamente interesante que la Casa de las Ideas se ha apresurado a rescatar con la esperanza de haber encontrado oro en el lugar más insospechado.

Y es que ¿quién lo iba a decir? Cogemos a Frank Castle (aka. Punisher), le dotamos de poderes infernales merced a un pacto con Mefisto, más adelante le otorgamos de poderes cósmicos directamente atribuidos por Galactus y le despojamos de su seriedad y su cordura (porque ¿qué ser humano sería capaz de aguantar tanta caña?). ¿Y qué nos sale? Un personaje que ya en la serie del Titán Loco se comía al resto de protagonistas siendo él un secundario. Este Motorista Fantasma no es un villano (no del todo al menos) y definitivamente no es un héroe. Es un error y un producto de una serie de catastróficas desdichas. Pero es creíble (las decisiones que toma Castle para llegar a este punto van muy en consonancia con el carácter del personaje) y resulta tan diametralmente distinto del Punisher clásico que se convierte en un personaje completamente nuevo. Y, sobre todo, es muy divertido leer sobre él. No sé cómo funcionará en equipo, pero como personaje independiente demuestra en este tomo que puede ser el protagonista de aventuras maravillosas y descacharrantes. Este es un potencial que la editorial ha hecho bien en no dejar pasar y que espero que suponga el principio de una larga e interesante carrera en la Casa de las Ideas de C.B. Cebulski.

«Anda, calla, pero si te encanta«

Con vistas a servir de puente entre la serie de Thanos y lo que vendrá después, Marvel le da a Cates la oportunidad de escribir la aventura que nos ocupa hoy y éste no desaprovecha la oportunidad. Espoleado por la certeza de que cómics como éste pueden suponer un nuevo origen para un personaje o su funeral vikingo, el guionista pone toda la carne en el asador y se marca un cómic loquísimo que juega al límite en todo momento… con todo el acierto del mundo. El Bebé Thanos debe Morir es una p$%& locura de principio a fin, pero es una locura que da gusto leer. No hay una sola página en este volumen que pueda llegar a aburrirnos y el ritmo en todo momento es frenético, pero perfectamente contenido para que ni nos perdamos ni nos falle el aliento a la hora de enfrentarnos a esta lectura.

Motorista Fantasma Cósmico: El Bebé Thanos Debe Morir

Motorista Fantasma Cósmico: El Bebé Thanos debe Morir es la historia de un perdedor sin esperanza que no se resigna al destino que le ha tocado vivir. Eso es algo con lo que cualquiera puede sentirse identificado (excepto si vosotros sois unos eternos ganadores, en cuyo caso dejad de leer este artículo, os odio), la fantasía en la que un hombre sin futuro y expulsado del paraíso trata de cambiar la historia robando y criando a la versión infantil de uno de los mayores villanos universales tan sólo enmascara la historia de nuestros desesperados intentos por esquivar las balas que nos va lanzando el destino que nosotros mismos nos hemos buscado. Es esperanzador verle intentarlo y es muy divertido verle fracasar más ruidosamente cada vez y no por ello dejar de intentarlo. Este viejo-nuevo Frank Castle ha venido para quedarse, porque nunca van a dejar de hacer falta personajes así de locos e imperfectos.