El equipo formado por Mark Waid y Chris Samnee (que ejerce tanto de dibujante como de co-argumentista) nos ha proporcionado un acercamiento a la vida de Natasha Romanov repleto de emociones. Han sabido dar con la tecla para construir un relato frenético en el que no han faltado la acción ni el buen thriller, reavivando el interés por un género, el thriller de espías, que no parece pasar por su mejor momento de atención mediática.

Panini Cómics concluye la publicación de esta serie limitada de doce números con un segundo tomo en cartoné que toma por título No más secretos y que además de los capítulos #7-12 de la edición original norteamericana, incluye una pequeña biografía de los autores, las portadas de la versión anglosajona (tanto las convencionales como las alternativas) y una carta de Waid y Samnee a modo de despedida de la colección.

Este segundo volumen continúa con los hechos acontecidos en el tomo anterior, con la Sala Roja como fuente de todos los problemas de nuestra heroína. La narración sigue intercalando algunos flashbacks con la acción presente. Hay también, entre capítulo y capítulo pequeñas elipsis que evitan tiempos muertos y meten a Natasha directamente en la misión de turno. Los autores apuestan de esta forma una narración fragmentada que potencia el dinamismo de su historia, que el ritmo nunca se venga abajo. Por «contra» esto requiere tener fresco el volumen anterior, pues no faltan las referencias al mismo.

Samnee y Waid acuden al pasado de Natasha para construir la amenaza a la que ha de enfrentarse. La obligan a rememorar su historia personal al verse reflejada en las nuevas alumnas que han surgido de la Sala Roja en los últimos tiempos. Viuda Negra vive entonces una lucha metafórica contra el que fuera su destino, en sus manos está decidir si el futuro de esas niñas salidas de la Sala Roja es el mismo que el suyo o uno diferente. Así los autores consiguen que la protagonista tenga una conexión emocional con la trama en la que se ve envuelta. No se limitan a rescatar a alguna figura malévola de su pasado para ponerle las cosas difíciles en el presente, sino que escarban en su herencia, en su legado, y se lo plantan delante suya para darle la oportunidad de redefinirse.

A nivel gráfico hay poco que añadir a lo expuesto en la reseña anterior. Samnee es un excelente narrador que necesita de pocas ayudas de los textos para explciar lo que está sucediendo en las viñetas. Las escenas de acción son terriblemente dinámicas, hasta el punto de que bien podrían funcionar como storyboard para una película del género. El mayor cambio entre uno y otro volumen lo encontramos en el trabajo de Matthew Wilson con el color, que va pasando progresivamente de un dominio del rojo hacia el negro, con la clara intención de potenciar el estado emocional de Natasha y el tono de la historia. En este sentido, Viuda Negra sirve ocmo excelente ejemplo de la importancia del color en un cómic, no es un mero complemento, sino que tiene una notoria función narrativa.

Si al comienzo de esta etapa parecía difícil que Samnee y Waid lograran el grado de excelencia de Edmonson y Noto, ahora estos trasladan dichas dudas al equipo creativo que les suceda. Esta etapa de la Viuda Negra es de lectura obligada.

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Como apunte, la aparición de cierto personaje puede descolocar a más de un lector que no esté al día de los acontecimientos centrales del día a día marvelita. Si es vuestro caso, echadle un vistazo a Pecado Original o a la entrada wikipédica del personaje en cuestión (en cuanto lo veáis, sabréis quién es) para saber cómo ha llegado a su situación actual. Pero si no estáis por la labor tampoco pasa nada, conocer o no la coyuntura de dicho personaje no solo no afecta a la comprensión de la historia, sino que su desconocimiento os pondrá del mismo lado que Natasha.