«Tienes ese brillo en los ojos«

Nos encontramos este mes ante un número de X-Force que puede dar la impresión de ser de los considerados ‘de transición’, pero que nos deja algunos detalles la mar de interesantes. Una vez liberado de crossovers e historias compartidas, notamos a Benjamin Percy cada vez más a gusto con la colección que está escribiendo y ya podemos esperar cómo van a actuar sus personajes en tal o cual situación, porque se ha invertido un tiempo considerable en desarrollarlos y en hacernos ver cómo enfoca cada uno su nueva vida en Krakoa desde hace ahora más de un año.

En este sentido queda muy claro a estas alturas que lo de Krakoa no ha sido una aventura más de los mutantes, sino un cambio de estatus que, aunque termine por disolverse en algún futuro, está demostrando a las claras su largo recorrido sin apenas signos de desgaste. Los mutantes llevaban décadas demostrándonos lo bien que se desarrollaban sus tramas con ellos viviendo en el alambre, sin aliados y sin esperanza, y ahora nos enseñan que se pueden contar muchas cosas nuevas y apasionantes con ellos en una posición menos precaria. Personalmente, me gusta más así. Que los mutantes no sean grupos que viven escondidos de los humanos en lugares apartados no hace que desaparezcan aquellos que les temen y les odian, pero aporta un nuevo enfoque realista a sus aventuras y nos permite ahondar en los claroscuros del funcionamiento de una nación sin necesidad de referir a ninguna de las ya existentes y partiendo desde su mismísima fundación.

«Si miras al abismo el tiempo suficiente te devuelve la mirada«

Volviendo al cómic que nos ocupa hoy, Percy envía a Forja, Lobezno y el Chico Omega a las tenebrosas profundidades que rodean su isla para que investiguen el origen de los ‘zombies‘ que les ha ido enviando el mar. Todo hace presagiar una gran batalla submarina, del mismo modo que el anterior número nos ponía en rumbo a una gran batalla en la costa, pero al final ni lo uno ni lo otro. El guionista juega con nuestras previsiones para centrarse en lo que a él le importa, que es contarnos que Krakoa encierra aún secretos que les pueden costar la vida a sus habitantes, que una isla que literalmente flota en el mar nunca dejará de estar bajo la lupa de poderosas fuerzas y que, las más de las veces, los peores enemigos de los mutantes son ellos mismos.

X-Force #11

Así, vemos una muesca más en la cuenta de locuras y atrocidades de la Bestia (esto tiene que llevarnos a alguna parte tenebrosa, cada vez estoy más seguro), nos quedamos inquietos con las monstruosidades que llega a emitir Krakoa sin ser del todo consciente (aquí queda mucho por escarbar) y volvemos a ver en acción en una serie mutante a Namor. El mutante atlante lleva mucho tiempo de gresca con la superficie, pero guarda un tenue acuerdo de no agresión con los mutantes que va debilitándose con situaciones como las que vemos en este cómic. El tema que veo es que las tres circunstancias ahora descritas pueden conducirnos a sumar un nuevo y poderoso enemigo para la nación de Krakoa. Uno que no pueden permitirse si de verdad quieren seguir prosperando como sociedad al margen de los humanos.

El número de este mes, por cierto, cierra con un one-shot escrito por Vita Ayala y dibujado por Bernard Chang que nace del podcast Marvel’s Voices y que, entiendo, Panini va a ‘desparramar’ a lo largo de distintas cabeceras en lugar de publicar como el volumen único (que buscaba poner el acento en la diversidad tanto en autores como en personajes dentro de la Casa de las Ideas) que se ideó en los Estados Unidos. La historia (una carrera de autos locos entre Forja y Shuri) no tiene mayor interés y quién sabe si alguien decidirá darle la más mínima trascendencia en el futuro.