«El sigilo y la inventiva de su astucia son de admirar«
Le estoy dando vueltas a este número de X-Force sin saber muy bien lo que escribir. Por un lado tengo muy claro uno de los mensajes que quiero transmitir, pero apenas da para un párrafo, por el otro me da miedo desvariar y contaros cosas intrascendentes. Y me doy cuenta, justo en este momento que eso es justo lo que le pasa a este cómic (o a este arco argumental en concreto): no estamos con aventuras para profundizar en los personajes como pudieron ser aquellos números en torno a Coloso y Dominó (ahí hay dos historias que han quedado abiertas y que espero de verdad que no caigan en el olvido), sino que nos encontramos con una historia que, sí, habla de la guerra que mantiene Xeno con los mutantes y cómo la tecnología floriónica ha invadido la Tierra marvelita por todos sus rincones, pero lo hace como excusa para poder jugar a recuperar al Hombre-Matanza, una de las versiones del Hombre-Cosa que, jo*er, es en la manera de andar, hablar y relacionarse un calco exacto de la Cosa del Pantano deceíta.
Así pues, tenemos por vez primera desde que comenzó esta colección un par de números insulsos en los que apenas sí pasa algo y que tan sólo sirven para plantar la semilla de un nuevo-viejo personaje que, quien sabe, puede que busque su sitio entre el resto de cómics en un futuro no muy lejano. Lo bueno es que, aunque la trama principal apenas nos diga un par de cosas, Benjamin Percy es lo suficientemente hábil como para que siempre haya algo que rascar. Algo como, por ejemplo la guerra sucia entre Xeno y los mutantes por el prestigio y la opinión pública.
«Lo he conseguido, Marsha. Les he hecho pagar por lo que te hicieron«
Abandonadas ya las ideas de invadir la isla de los mutantes (peor aún ahora que ya disponen de su propio planeta), la batalla se libra en los corazones de los ciudadanos de a pie. Ya vimos en el segundo número de la Patrulla-X cómo se está recibiendo al equipo de Jean Grey y Cíclope como a los héroes que son y siempre han sido, pero bajo la superficie, sólo bastan un par de palabras susurradas en los oídos correctos para revertir esta buena prensa que están teniendo los mutantes. Es como si uno asistiera a una entrevista para hablar de un tema preocupante, que afecta a nuestra salud y la de los animales y a sus enemigos les bastara con susurrar que todo lo que ha dicho es mentira y un ataque a su modo de vida para que las masas se enardecieran en contra de ese uno. Es exactamente igual. Suerte que en el mundo real eso no pasa, ¿no?
Nos habla también Percy del caso de aquellos personajes (no me atrevo a llamarlos personas) que, tras haber herido y dañado a quienes les rodeaban, emprenden un camino de venganza cuando el mal que han propagado se revuelve contra ellos. El villano de este número tiene razón al estar triste y enojado, pero sus actos previos a la muerte de su esposa no son sino una cadena de malas acciones que lo iban a conducir inexorablemente a una situación, si no igual, sí al menos muy similar a la que le ha tocado vivir.
Cuando todo esto lo podemos sacar de uno de los números más insulsos de esta colección, eso quiere decir que en el resto de entregas hay una enorme cantidad de cosas para analizar. Percy llegó a la Casa de las Ideas después de cuajar unas muy buenas colecciones en DC. Su inclusión en Lobezno y X-Force puede que no fuera mi apuesta más obvia, pero ha demostrado saber manejarse de maravilla con los personajes a su disposición, sin renunciar nunca a transmitir el mensaje que le sale del alma.
Deja un comentario: