Se acerca la noche de Halloween, por lo que no hay mejor momento para recuperar algunas de las obras más interesantes que se han aproximado al terror (de forma explícita o tangencial) de los últimos meses. Este es el caso de Fantasmas, primer tomo de una serie escrita por Joshua Williamson (habitual del género cuando no anda metido en menesteres superheroicos) y dibujada por Goran Sudzuka (a quien muchos habréis disfrutado ya -si me habéis hecho caso- en las páginas de Wonder Woman), y que edita en nuestro país Planeta Cómic.
Fantasmas toma el terror como excusa para relatarnos una historia de aventuras centrada en un particular grupo de profesionales que tienen un encargo de lo más extraño… robar un fantasma de una casa encantada. Redenciones personales, atracos imposibles y malvados espectros, Fantasmas tiene los ingredientes adecuados para hacer pasar a cualquier lector una tarde de lo más entretenida.
Hay que tener en cuenta que no estamos ante un relato de terror al uso. Los autores no buscan atemorizar a su público, sino que toman algunos de los códigos y elementos del género para vestir una aventura de robos. Si la saga Ocean’s usa la comedia hacer más atractiva su premisa, Fantasmas utiliza lo paranormal. De ahí que el foco no esté puesto en la maldición que ha condenado la casa en la que transcurre la historia, sino en su protagonista y en cómo funciona la dinámica entre los diferentes miembros del equipo.
Aunque Fantasmas sea una serie abierta (en EEUU llevan publicados una veintena de números), este primer tomo se puede leer de forma independiente. La trama tiene un inicio, un nudo y un desenlace que deja todos los cabos bien atados. Un hecho que convierte a esta obra en una elección segura para quien no quiera arriesgarse a seguir una colección durante largo tiempo o solo esté interesado en libros autoconclusivos.
En cuanto al dibujo, ya pudimos apreciar en su trabajo en Wonder Woman, como Sudzuka trabaja muy cómodo reflejando ambientes “infernales”. Aquí, con una mansión repleta de espíritus y en la que los claroscuros juegan un papel importantísimo, queda nuevamente demostrada su valía en estos terrenos. Tiene un trazo de ciertas similitudes con el de Cliff Chiang, pero no por ello falto de personalidad. Funciona muy bien en este tipo de relatos, gracias a unos primeros planos llenos de expresividad y un interesante uso de las perspectivas para potenciar las escenas de mayor angustia.
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