Si fue capaz de atemorizarnos con la amenaza de la Otraclase en Liga de la Jsuticia Oscura (cómic que por más que abrazara el misterio o el terror, no dejaba der ser una historia de superhéroes), ¿qué no conseguirá James Tynion IV en un terreno expresamente terrorífico? Con la emoción de responder a esta cuestión nos metemos de cabeza en la propuesta de Hay algo matando niños, serie guionizada por el neoyorkino junto al dibujante Werther Dell’Edera que nos presenta Planeta Cómic.

«Ella tenía unos, no sé… enormes ojos espeluznantes»

En Archer’s Peak, una tranquila localidad del interior de EEUU, llevan desapareciendo menores desde hace algunas semanas. Otros han fallecido de forma violenta. Solo un niño parece haber sobrevivido, lo que le coloca en el ojo del huracán. Más aún cuando en su relato a las autoridades habla de monstruos. ¿Es el culpable o está loco? En el pueblo no cabe ninguna otra posibilidad. ¿Pero y si el pequeño estuviera diciendo la verdad? La llegada de una misteriosa mujer, Erica Slaughter, a la localidad busca arrojar luz al misterio, pero al mismo tiempo abre más tenebrosos interrogantes.

Sobre esta premisa Tynion IV desarrolla una historia que podríamos enmarcar dentro de la fantasía oscura. Nos sitúa en un entorno realista y muy reconocible (un pequeño pueblo y el bosque que lo circuunda) que ayuda a crear una atmósfera opresiva y de aislamiento -elementos que agudizan la sensación de terror-; pero la amenaza tiene un carácter sobrenatural, lo que permite al autor jugar con conceptos propios del género de aventuras. El que las víctimas principales sean niños y que quien único puede ayudarles tenga una apariencia extraña y vulnerable subrayan ambas vertientes de un relato que de momento solo está plantando sus semillas.

Hay algo matando niños apunta a serie de largo recorrido. Este primer volumen se limita a presentar la situación y a los principales protagonistas, pero deja más interrogantes que respuestas. Es previsible que de aquí en adelante el cómic avance hacia la aventura una vez que en estas páginas el interés se ha enfocado en explorar el terror primario de las emociones y las creencias. Las criaturas forman parte del campo de la imaginación y creer o no creer en ellas es lo que les confiere su poder. Esta es otra de las razones por la que los niños son parte central del relato. Libres de los condicionantes del mundo adulto son capaces de percibir la realidad desde una perspectiva mucho más amplia. Si los monstruos existen y la mirada madura y analítica de un adulto no puede captarlos, ¿en quiénes se fijarán? Exacto, en los más pequeños.

Expuestas las reglas, lo que viene es la diversión. ¿Estáis dispuestos a creer?