Esta Liga de la Justicia Oscura propuesta por James Tynion IV no puede ser más variopinta. A clásicos en lídes mágicas como Zatanna (quien ya formó parte de la anterior encarnación del grupo) o el Detective Chimp, se suman una desubicada Cosa del Pantano (desde el cierre de la colección de Scott Snyder había estado dando tumbos protagonizando pequeñas miniseries o números especiales), un reformado Manbat (salido de la nómina de villanos de Batman) y la no menos sorprendente Wonder Woman (por más que la magia sea un aspecto de relativa importancia en su trayectoria). Sin olvidar, claro está, a un John Constantine haciendo de las suyas. La mezcla funciona.

Este arco de presentación, que nace de las páginas de Liga de la Justica: Sin justicia y conecta también en cierta medida con el evento Metal, tiene por misión sentar las bases de la colección a medio plazo dando origen a una amenaza que puede recordar a lo vivido por Doctor Extraño en Los últimos días de la magia, así como de dotar a Diana de un contexto sobrenatural que justifique su estadía en este rincón del universo DC más allá de la resolución del misterio que los ha reunido.

En este sentido, Tynion integra bien a la themyscirana en este escenario, aportando además un interesante bagaje a la protagonista acudiendo a desconocidos flashbacks con ecos en la situación actual. El guionista explora una vertiente de la amazona muy agradecida y que posibilita muchas y atractivas opciones futuras. Destaca también su buena química con Chimp y con Zatanna, quien presumiblemente será el segundo pilar de la colección junto a Diana.

A diferencia de otras colecciones nacidas del terremoto Metal / Sin justicia como Los Terrifics, quien no haya seguido dichos eventos no tendrá mayores problemas para entrar en la historia y disfrutar de la lectura. Tynion conoce el contexto del que parte, pero marca la suficiente distancia como para que este no condicione la dinámica de la serie y entorpezca la experiencia de los lectores que quieran acercarse a ella.

Como punto de arranque este primer número no tiene ningún pero. El argumento funciona, las distintas naturalezas de los personajes están bien equilibradas y mantiene un interés creciente. Todo ello acompañado de un trabajo muy resultón por parte del ilustrador Álvaro Martínez Bueno (junto a Raúl Fernández como entintador y Brad Anderson al color), que si bien no arriesga demasiado en el trabajo de composición de las páginas, explora bien los escenarios «mágicos» en los que transcurre la aventura y potencia tanto los elementos fantásticos como los más apegados al relato oscuro o de terror.
Y lo próximo no puede ser más emocionante: ¡La hora bruja! El cruce entre esta y la serie en solitario de Wonder Woman.