«Todos resultasteis heridos por mi culpa«
Tras la intensa saga de la que acabamos de salir en My Hero Academia era normal que nos enfrentáramos a una nueva trama algo más relajada, pero lo cierto es que a Kohei Horikoshi le ha apetecido bajar la marcha un poco bastante y este tomo (y el siguiente) nos devuelve a una dinámica colegial que no nos esperábamos para nada. Tampoco es que me queje, como en todo shonen que se precie, la serie aprovecha esta situación para que los protagonistas sigan progresando en el control de sus dones y aprendiendo a trabajar en equipo y de sus propios errores del pasado. Pero lo cierto es que no es muy habitual encontrarse con un arco argumental de ‘interludio’ tan largo como éste.
Porque además volvemos con otro de los temas tópicos de los mangas de instituto nipones: los festivales culturales. Si hace un par de años (iba a escribir meses… luego he revisado las fechas de publicación de Planeta y me ha dado algo) ya asistimos al festival deportivo como escaparate para que los estudiantes de la especialidad de héroe pudieran mostrarse ante sus futuros empleadores, ahora les toca el turno a los alumnos del resto de especialidades, y nuestros protagonistas tratarán de amenizar el evento y, de paso, olvidar un poco los traumáticos sucesos en los que se han visto envueltos recientemente.
«¡Solo subes al escenario a disfrutar!«
Nos espera, pues, un tomo que no habla para nada de la Alianza de Villanos, que deja de lado la opinión pública acerca de los héroes y que se centra en un grupo de alumnos que quieren montar una banda de música para participar en un evento escolar. El choque es tan grande que me alegro de haberlo vivido en formato de tomo. No me puedo ni imaginar el suplicio para un fan japonés de la serie observar cómo, semana tras semana durante más de tres meses, la colección que sigue se queda estancada en una trama que claramente no lleva a ninguna parte. Sí, Deku va a salir de aquí con nuevas habilidades, pero tanto tiempo fuera del tema principal resulta un poco excesivo para cualquier tipo de lector.
Con todo, es divertido leer sobre estos personajes fuera del ambiente de las batallas. Hay algunos, como el bueno de Mineta, que sólo pueden gozar de algo de protagonismo en arcos de este estilo y no deja de ser un detalle por parte del mangaka reservarles momentos en historias así para que los lectores no nos olvidemos de ellos. Es decir, para que no nos pase como con Yamcha, Shikamaru o Chad (por nombrar a tres segundones de Dragon Ball, Naruto y Bleach respectivamente). Sobre todo porque son personajes que importaron mucho cuando la historia estaba empezando y necesitaba del humor para hacerse notar por encima del resto de mangas para adolescentes y es una pena que se prescinda de ellos cuando el público ya está entregado a las historias de valor y superación que nos venden este tipo de publicaciones.
My Hero Academia #19 es un interludio musical divertido y descafeinado. Lo justo para que nos confiemos antes de que Horikoshi nos suelte el próximo mazazo.
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