Recientemente añadida a los catálogos de las plataformas de streaming Netflix y Amazon Prime Video recuperamos un reportaje realizado a propósito del estreno en cines de Interstellar, la odisea espacial de Christopher Nolan, y el uso que se le ha dado al concepto de los agujeros de gusano a lo largo del tiempo en el siempre prolífico género de la ciencia ficción. Interstellar llegaba a la cartelera en 2014 con la vitola de haber conseguido aunar el espíritu de los blockbusters multisalas con las inclinaciones del cine de autor, de saber conjugar la ciencia ficción más dura o intelectual con aquella más liviana y aventurera. Un puente de intencionalidades que explota un elemento común a títulos tan dispares como 2001: Una odisea del espacio o Star Trek: los agujeros de gusano.
Los agujeros de gusano (o puentes de Einstein-Rosen) son unos hipotéticos túneles que crean un atajo a través del espacio-tiempo, permitiendo, en teoría, viajar más rápido que la velocidad de la luz; y están constituidos por dos extremos conectados por un tubo o garganta a través del cual viajaría la materia. Suponen un concepto muy atractivo para la ciencia ficción (tanto que hasta reputados cineastas como Werner Herzog han coqueteado con ellos), dándole la posibilidad de imaginar viajes a distancias que superan nuestra imaginación… e incluso en el tiempo.
Una cuestión de tiempo
Uno de los grandes referentes de Interstellar es Contact, y no solo porque Matthew McConaughey participe en sendas producciones, sino por la presencia del físico teórico Kip Thorne, quien echara una mano a Carl Sagan para dar esa percepción de verosimilitud al film de Robert Zemeckis y que aquí ha participado como asesor y productor. Con sus respectivos matices en ambas se pone de manifiesto la relatividad del tiempo. Comparaciones y similitudes a un lado, Contact propone que mientras el viajero tiene la percepción de que transcurren varias horas mientras está en el agujero, en La Tierra no pasan más de unos segundos. Este es quizás, junto al film de Nolan, uno de los ejemplos de agujero de gusano que más se acerca al concepto desarrollado por la teoría de la relatividad general (a pesar de que en realidad la relación de tiempo Tierra / agujero, sea al revés, en La Tierra pasaría más tiempo que en la nave… trampas de guion para que el conflicto funcione).
Y aunque después tendrá que pelearse para demostrar que ha hecho el viaje, por suerte Jodie Foster no tiene que enfrentarse a la problemática de regresar al futuro. En Timeline (Richard Donner, 2003), unos experimentos sobre la teleportación de materia (lo mismo que intentaba Jeff Goldblum en La Mosca) «descubrieron» un agujero de gusano que conectaba con la Francia de Juan II (a mediados del s.XIV).
También los hay artificiales, como en Déjà vu, de Tony Scott. Investigando como mejorar la potencia de los grandes telescopios, un grupo de investigadores dio con la forma de concebir agujeros de gusano. Aunque con un par de limitaciones: están acotados en tiempo (4’5 días en el pasado) y una zona concreta. Tiempo y espacios suficientes para que Denzel Washington demuestre su heroísmo. Otra variante es la que ofrece Richard Kelly en la atípica Donnie Darko. Dentro de su rareza intrínseca, entre tanto sentido metafórico y metafísico, así como su discurso sobre la esquizofrenia paranoide, subyace una verdad, los agujeros de gusano existen y se manifiestan a determinadas personas.
Puente entre mundos
Tanto Thor como Los Vengadores han exprimido de lo lindo el concepto en su vertiente espacial. Desde el Puente del Arco Iris que lleva a Asgard y que conecta con los otros nueve reinos (incluyendo Midgard o La Tierra) al uso del Tesseracto como fuente de energía y «llave» para abrir portales, los puentes de Einstein-Rosen han sido una inagotable fuente de problemas para los héroes de Marvel. La montaña embrujada es otro ejemplo de agujero de gusano (denominado aquí espiral) que pone patas arriba la vida de unos despreocupados humanos. Dwayne Johnson, taxista de profesión, recoge a un par de niños extraterrestres que han llegado a nuestro planeta en viaje científico.
O se puede dar el caso de que para acceder a este túnel y llegar a otros rincones del universo haya que construir y activar una puerta. Stargate es el prototipo perfecto, y otro ejemplo más de peligros que nos acechan al otro lado.
El salto más grande
En muchos títulos espaciales es habitual hablar de «saltos», que vendrían a ser una suerte de teleportación de las naves de un punto a otro, o lo que es lo mismo, cruzar un agujero de gusano. La definición que dábamos al principio del artículo se aplica perfectamente a los saltos dimensionales de Supernova o a los saltos de las naves y cazas de Battlestar Galactica o Wing Commander, o la que lleva a Kal-El a Kansas en El hombre de acero. Sin mirar hacia las estrellas tenemos otro ejemplo en Interstellar, en la que los denominados jumpers (valga la redundancia) se teletransportan abriendo una brecha en el tejido de la realidad.
La empresa de reparto más loca de la animación, Planet Express, tampoco ha escapado de la influencia de los agujeros de gusano, despidiendo su cuarta película Futurama: Hacia la verde inmensidad, con un salto de tres trillones de años luz hacia delante.
Negro infernal
En el último apartado de nuestro breve recorrido por las representaciones de los agujeros de gusano entramos en terreno pantanoso, porque si bien no se habla de agujeros de gusano sino de agujeros negros, comparten algunas características de estos, en especial la de poder entrar y salir de los mismos. Un agujero negro es un cuerpo celeste con un campo gravitatorio tan poderoso que ni siquiera la luz puede escapar de él. Aprovechando que algunos investigadores han teorizado sobre la posibilidad de que los agujeros de gusano conecten dos agujeros negros, tenemos nuestra excusa para hablar de ellos.
En el reinicio de Star Trek llevado a cabo por J.J. Abrams, Spock crea un agujero negro para que se trague una supernova antes que esta destruya el planeta de los romulanos. Pero no solo no lo consigue, sino que él también es arrastrado por este, viajando en el tiempo varias décadas en el pasado. Las desgracias nunca vienen solas.
Para infiernos los que proponen El abismo negro (si eres malo acabas en él, literalmente) y el de Horizonte Final. En la primera los desdichados protagonistas se dan de bruces con un agujero negro natural, mientras que en la segunda Sam Neill crea uno artificial para salvar distancias interestelares en poco tiempo. En su primer vuelo de prueba se adentran en un agujero de gusano, cruzan alguna que otra dimensión nada recomendable y se desata la locura. Un misterioso regreso siete años después, un equipo de rescate… y vuelta a empezar, como en los buenos relatos de terror.
¿Conocéis más películas en las que se representen los agujeros de gusano? ¿Qué film os gusta más?
Este reportaje fue publicado originalmente en eCartelera.
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