El aclamado Garth Ennis (Predicador, Punisher o The Boys) agrupa bajo el nombre de Battlefields, un conjunto de miniseries ambientadas en la Segunda Guerra Mundial. Mientras que en EEUU se llega ya a la octava colección, Aleta Ediciones ha publicado en España las tres miniseries correspondientes al primer volumen: Las Brujas de la Noche, Querido Billy y Los Tankies. La segunda de éstas es la que vengo a comentar en este texto.
Entre cajas de texto que recopilan una carta y bocadillos de diálogo, la obra arranca en una playa de Singapur donde un grupo de mujeres ha sido violada y asesinada, sobreviviendo Carrie (nuestra protagonista), una enfermera que ahora escribe la epístola a la que me refería al principio de este párrafo.
La carta se extiende a lo largo de los tres números que componen esta historia y sirve de medio para que la protagonista haga una crónica de su vida. Tras el trágico suceso de la playa y habiéndose recuperado de su herida de bala, Carrie se quedará en Calcuta a servir como enfermera militar y allí conocerá a Bill, un soldado americano que se recupera en el hospital donde ella trabaja. Ambos comenzarán una tórrida y extrema, casi destructiva, relación amorosa. A su vez, la enfermera, todavía en shock por los sucesos de la playa, decide tomarse la venganza por su cuenta y comienza a asesinar japoneses según llegan al sanatorio.
Evidentemente, todo esto provoca en Carrie una situación límite y llega un momento que acaba perdiendo todo tipo de control, tanto en su relación con Billy como en su proyecto de justicia. La psicología de esta mujer es la baza del guionista para unificar ambas historias, el medio para reflejarlo es esa carta donde ella vomita todas sus emociones, convirtiéndose en una sintética versión de sus memorias.
Nunca había visto el género epistolar en un cómic y, la verdad, resulta un punto de vista mucho más interesante y realista de analizar las emociones de un personaje, en lugar de meter cajas de texto sin explicación ninguna. Intercalar esta técnica con escenas de acción y diálogo es el mayor éxito de Ennis porque aporta a la historia un tono cinematográfico y dinámico, aunque hay que añadir que ciertas páginas centrales del segundo número (que recuerdan de manera descarada a las escenas en el bar de Ricky de Casablanca) rompen un poco el ritmo central de la historia, ya que no aportan nada a la trama central y parecen un «capricho» de Ennis para introducir sus siempre brillantes diálogos y ambientes.
En el apartado gráfico encontramos a Peter Snejberg, quien ya había trabajado con Ennis en alguna historia independiente de la serie regular de Predicador y ha dibujado obras del universo Hellboy o el Batman Detective #27 de la línea Otros Mundos, quien realiza un exitoso trabajo de lápices al saber captar las emociones de los protagonistas, en primeros planos, y atmósferas, como bombardeos o el ruido de un bar, con un notable realismo pero con un estilo único y alternativo. Es muy intersante el trabajo de color de Bob Steen porque, curiosamente, la escena más luminosa es la más oscura del tebeo (el asesinato de estas mujeres en la playa) y a partir de ahí todo es lúgubre y predominan los tonos ceniza (en las escenas sexuales), añiles (en el hospital e interiores) y ocres (en exteriores, especialmente las escenas de batalla) lo que consigue crear una serie de ambientes acordes al conflicto bélico representado. Destacar también el trabajo del portadista Jonh Cassaday, (Star Wars, Astonishing X-Men) quien realiza tres grandes composiciones de página que sintetizan muy bien el contenido de cada número.
En conclusión, Garth Ennis ofrece un trabajo distinto, una nueva perspectiva del género bélico: una historia cruda y triste, simple pero profunda y efectista, y, lo más importante, romántica pero nunca empalagosa.
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