Aleta sigue acercándonos el universo superheroico de Dark Horse con una nueva serie que se suma a su catálogo: el Ocultista.
Compartiendo universo con colecciones como X, la obra de Tim Seeley y Victor Drujiniu abraza la faceta mística del género, con un joven mago como protagonista y hordas de demonios persiguiéndole para hacerse con el poder recién adquirido. Todo ello narrado de una forma muy sencilla y directa. El guionista, Seeley, evita dar excesivos rodeos y enseguida entra en harina. Una actitud «valiente» en un momento en que las prácticas habituales son las de alargar los planteamientos para ir creando las atmósferas, o las de enrevesar las tramas para garantizar un buen número de giros argumentales.
Seeley propone un mundo en el que lo sobrenatural deja de ser extraño para los protagonistas y entra a formar parte de su día a día. Lo hace de tal forma que nuestra pareja protagonista (un estudiante universitario y una agente de policía) terminan formando un equipo dedicado a resolver crímenes relacionados con seres mágicos. Sin embargo esta dinámica habitual de las de las series policiales en las que un detective y un asesor extravagante van resolviendo diferentes casos (Castle, Bones, Forever, Psych… o pensemos por ejemplo en Sabueso si nos centramos en el mundo comiquero) no termina de explotarse del todo, al menos durante la primera parte de la obra.
El guionista se muestra muy interesado en explorar la fase de descubrimiento del protagonista, cómo se hace con sus poderes y cómo se adapta a los mismos. Utiliza así mismo elementos del terror (desde la descripción de algunos monstruos y la planificación de diferentes secuencias) para reforzar la inmersión en lo desconocido del personaje, viniéndonos a decir que el mundo real -no ese en el que vivimos sin más preocupaciones que la familia y el trabajo- está lleno de peligros y no es apto para cualquiera.
En su primer tomo, El Ocultista se esmera en poner todas las piezas sobre la mesa, revelando (quizás en exceso) de qué pie cojea cada personaje y los sitúa claramente en un bando u otro. Una lectura, en resumen, amena y entretenida, pero a la que le falta algo más de profundidad para ser del todo satisfactoria.
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