Focus

Focus: Vuelve el canalla con corazón

El tiempo en el que cada estreno llamaba poderosamente la atención por su contenido pasó a mejor vida. Aquel film que mueve masas lo hace por ser un evento para jóvenes, porque alguna estrella del elenco haya tenido problemas en el pasado, etc. Razones que no vienen al caso artístico. Uno de estos motivos para estar al tanto de una película sin mucho tirón aparente es Will Smith.

 

Will Smith

 

El querido intérprete norteamericano siempre da qué hablar en cada entrevista o crítica, más por lo que fue que por lo que representa ahora mismo, pero en cualquier caso, crea expectación. Sus últimos patinazos en la conquista por encontrarle un hueco a su prole en el mundo del entretenimiento le habían robado el brillo a la figura que había pulido con tantos años de películas sobrevaloradas en la memoria gracias a su carisma. Porque él es la definición viva de dicho término.

 

En esta nueva incursión para tranquilizar a los adeptos, ha elegido bien a la hora de encomendarse a una pareja de directores con poco qué decir, pero muy buenas formas para hacerlo. Al igual que ocurriese con Crazy, stupid, love (2011) Glenn Ficarra y John Requa cuentan en Focus una historia mil veces rodada pero con una mirada fresca e innovadora. Un estafador profesional con innegable encanto acoge bajo su manto a una mujer con ganas de entrar a forma parte de su equipo.

 

Will Smith y Margot Robbie

El primer acto de la cinta encuentra un ritmo vertiginoso, una presentación de personajes divertida y los minutos vuelan. El engaño y las distintos disfraces del mismo son el protagonista real y a medida que progresa la trama, mayores son los trabajos, hasta el punto de llevar al espectador a desconfiar de todo y todos (excepto del señor Smith, por mucho que se intente). En ese tramo inicial Ficarra y Requa dan velocidad y soltura a momentos por los que irremediablemente debe pasar el argumento: esa escena en la nieve en la que bien podría tratarse de un trilero estafando con sus dados a una joven incauta y que se gana la atención sin trucos narrativos; o la secuencia de la apuesta en la Superbowl, de manual del guionista controlando perfectamente los picos de intesidad.

 

El cambio de tercio terminada la primera parte del metraje es sorprendente. Todo lo acontecido durante una hora se descubre como un prolegómeno para dar protagonismo al personaje de Margot Robbie (bajo la sombra principesca) en una segunda parte que, a priori, pretende disfrazar falta de ideas pero resulta igual de trepidante en su acto final.

 

Margot Robbie

Aunque el producto tenga un marcado estilo para reflotar la imagen de canalla adorable de Will Smith, es gracias a Margot Robbie que éste puede brillar. En El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013), la australiana tenía un papel menor que, sin embargo, dejó una imagen para la posteridad cinematográfica (el tacón en la cabeza de Leo). Focus representa para ella la oportunidad de destaparse como una gran actriz más allá de su físico cincelado para Hollywood. No le brindará premios, pero su desparpajo y su habilidad para deambular entre la femme fatale y la aprendiza sabionda es digna de alabar. Promete una carrera exitosa en la comedia si los productores son capaces de ver más allá de su imagen.

 

Focus sorprende por su capacidad para ir más allá, revitalizar a su protagonista sin centrarse en él por completo y descubrir el talento de una actriz por explotar. Un visionado que eleva el nivel del producto pensado para el exclusivo entretenimiento.

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