Quien fuera director de animación de los últimos hits de Makoto Shinkai (Your Name y El tiempo contigo) o de la que fuera última película de Satoshi Kon (Paprika), Masashi Ando, se alía con Masayuki Miyaji para llevar a la gran pantalla The Deer King (El rey ciervo), una colección de dos novelas de corte fantástico escritas por Nahoko Uehashi y que, contra todo pronóstico (el filme inició su producción en 2018), tiene lecturas de tremenda actualidad.
En un mundo ficticio en el que una guerra acabó con un pequeño reino subyugado por todo un imperio, una epidemia avanza inmisericorde; pero los juegos políticos de unos y el rechazo religioso de otros atentan contra la búsqueda de una posible solución. ¿Os suena, verdad? Entre medias, un antiguo soldado que ha perdido a su familia (Van) y una pequeña huérfana (Yuna) se encuentran y se aferran a la esperanza que representan para sí. The Deer King lanza una mirada crítica a los obstáculos ficticios (porque no son reales, son impuestos por nuestro propio egoísmo) al avance de la medicina, al tiempo que elabora un viaje intimista sobre los valores y sentimientos que despierta la paternidad.
Es importante recalcar esto, porque a pesar de la enorme riqueza del mundo que se nos presenta (invita mucho a explorarlo y perdernos en él), el eje principal del relato son Yuna y Van, de tal manera que la narración toma un ritmo pausado, muy centrado en los personajes y sus relaciones. Conocemos acerca de la política y las creencias de este mundo según cómo afectan al destino de los protagonistas. En este sentido sigue una estructura dramática muy clásica, lo que facilita la inmersión y simplifica las cosas.
The Deer King se sitúa en un incómodo punto intermedio en el que puede resultar un tanto simple en su desarrollo, pero compleja en lo que respecta a su trasfondo, haciendo que el público adulto no salga plenamente satisfecho y al más joven le inunden las preguntas. A su favor, en cambio, tiene una pareja protagonista (y su dinámica deudora del manga El lobo solitario y su cachorro) con una enorme fuerza emocional (es imposible no sufrir y alegrarse con ellos) y un apartado visual delicioso, a la altura de las obras de los grandes nombres del anime.
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