Los hermanos Dardenne nos muestran el duro trayecto y las condiciones que sufren las personas africanas que llegan de forma ilegal a nuestro continente. Una historia de dos supervivientes que intentan hacerse un hueco en la Bélgica actual donde son dados de espalda por el sistema.

La trama parte de dos menores que llegan solos de África, con una amistad imperturbable por los elementos externos, que quieren asentarse en Europa, pero reciben palo tras palo y, aún así, continúan adelante. Un retrato de lo puede ocurrir en el día a día de cualquier país de nuestro entorno; pero, obviamente, en este caso se pone el foco en Bélgica, uno de los países que se ha mostrado más reacio en ocasiones a recibir inmigrantes, mientras los países del sur del continente asumen ese papel y se ven desbordados continuamente sin recibir ayuda.

Estas personas solo huyen de sus países de origen en busca de un futuro mejor, cómo sea y pagando lo que sea necesario a mafias que los utilizan como carne de cañón y, lo que iba a ser un destino dorado, solo es un verdadero muro vergonzoso contra los Derechos Humanos; con una Europa del norte que se vende como muy moderna, cuando en realidad no quiere coordinarse con el resto, y es poco colaborativa y solidaria con estos seres humanos. Solo vienen para poder asentarse y conseguir su único sueño: ser libres en nuestro mundo occidental, pero ese mundo demuestra cada día que es solo fachada de cara a la galería. Y si profundizamos, no nos quedaríamos solo en estos países, o en cualquiera de la Unión, sino también de los propios ciudadanos que no tratan a los migrantes de iguales y los denigran, los rechazan y los utilizan y explotan.

La narración de esta historia resulta agobiante, asfixiante y también desgarradora en todos los sentidos. Los planos cortos, esa cámara tambaleante en todo momento, con escenas también breves pero intensas, y la mirada fija en las caras de los personajes, relatan con gran profundidad la crudeza del mundo en el que viven. Además, su modo en el que nos sumerge en la vida de estos dos jóvenes, gracias a ese tipo de filmación, nos lleva a estar en constante tensión con este retrato de cómo las personas son capaces de absolutamente todo para lograr una meta mayor, superando obstáculos uniéndose fielmente.

Es un cine sin filtros, real y que hace pensar al espectador en todo momento que estos chicos merecen un futuro mejor y que Europa los maltrata por ser de donde son. El pequeño Tori (Pablo Schils) y la adolescente Lokita (Joely Mbundu) forman un dúo espectacular que se comen la pantalla en todo momento, tanto por sus interpretaciones hieráticas como enternecedoras por momentos. Dos chicos explotados y marginados que nunca se rinden. El chico demuestra un ritmo vibrante e inteligente, mientras que ella nos acerca el lado más amargo del relato con una expresión facial difícil de definir en palabras.

Este filme de los Dardenne no es más que una evolución de su carrera, tras películas como ‘Rosetta’ (1999) o ‘El hijo’ (2002). De hecho, tal es su reconocimiento que en el Festival de Cine de Cannes de 2022 ganó el premio especial del 75 aniversario del festival. Una joya del cine europeo, crítica con lo que ocurre actualmente  que busca la mostrar la realidad tal y como es sin adornos ni excusas.