Finalmente hemos podido constatar las impresiones que nos dejó el primer número de DCsos: Inmortales cuando vio la luz en España en formato grapa. ECC Ediciones recopila ahora la miniserie original en un tomo en cartoné que guarda una estética muy similar a la de DCsos, la obra que lo originó todo, a fin de mantener la uniformidad de la franquicia zombie (a la que en los próximos meses es probable que se sume el tomo que recoja DCsos: Planeta Muerto y el segundo spin-off que la editorial está troceando en la revista ECC). Y sí, DCsos: Inmortales vendría a ser una suerte de Fear the Walking Dead que transcurre en paralelo a los hechos de la primera miniserie.
«Tampoco es que Wonder Woman fuera tan maravillosa«
DCsos: Inmortales nos cuenta las peripecias de un improbable grupo para sobrevivir al apocalipsis provocado por el virus de la antivida. Solomon Grundy, Cheetah, Jim Gordon o Capucha Roja son solo algunos de los personajes que se ven obligados a arrimar el hombro y trabajar juntos. En términos generales la lectura es mucho más ligera que la de DCsos (que ya es decir), en tono y contenido. Con el origen y peligro que supone el virus de la antivida ya narrado en DCsos, Tom Taylor puede utilizar estas páginas para centrarse en cuestiones más mundanas y en conocer cómo afecta la dramática situación a los personajes con mucho más detalle.
Así, mientras de fondo se hacen alusiones aquí o allá a DCsos, la aventura toma su propio rumbo con relativa independencia. No es imprescindible conocer lo que acontece en ella, pero sí recomendable a fin de tener y entender el contexto. Inmortales pone el foco exclusivamente en un grupo de supervivientes. Se presentan, las circunstancias les llevan a apoyarse unos en otros dejando atrás sus diferencias y terminan conformando una familia, dando con el modo de superar la crisis zombie… hasta que algo irrumpe obligándolos a salir de un refugio y enfrentarse una vez más, cara a cara con el fin del mundo. Nada sorprendente ni que se aleje de los cánones del género; pero aún recorriendo estos lugares comunes, Taylor logra que la lectura no se enquiste o resulte aburrida gracias -principalmente- a la caracterización que hace de los personajes, a los que pronto tenemos en estima y somos capaces de reír y sufrir con ellos. Pocas veces veremos a Cheetah o Bane como aparecen en estas páginas.
El grupo escogido por el guionista para la aventura tiene mucho que decir. Las habilidades del Amo de los espejos o de Deathstroke se convierten en motivos importantes que ayudan al avance de la historia. En colaboración con Karl Mostert al dibujo, Taylor intenta eludir todo lo posible los enfrentamientos entre titanes habituales del cómic de superhéroes y favorece un tratamiento más «imaginativo». Los protagonistas saben que tienen las de perder, así que se ven obligados a usar el ingenio para salir airosos. Esta dinámica de unir fuerzas y sobrevivir como un equipo le da un aire muy interesante a Inmortales, que cumple a la perfección su cometido de complementar a la serie original.
En cuanto a los extras, estos brillan por su ausencia. El tomo incluye solo un puñado de portadas: las tres originales, algunas alternativas y versiones de estas últimas.
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