«No pierdo el tiempo pensando en ellos«
¡Qué interesante e inesperado! Resulta que DC vuelve a cambiar al equipo creativo tras la cabecera de Detective Comics (hasta aquí todo «normal»), pero resulta que le ha dado algo de cancha al nuevo guionista de la colección (Peter J. Tomasi) y esto se ha traducido en una historia muy interesante y otra que, aún sin saber de momento si la cosa terminará por funcionar, trata de integrar una vez más un poderoso concepto nacido al margen del mundo de los cómics deceítas, pero intrínsecamente ligado a ellos. Dos síntomas de que, quizá (llamadme loco), la editorial norteamericana se debería dejar de tanto baile y volver a apostar firmemente por los equipos que pone al frente de cada una de sus series.
Los dos primeros volúmenes de los tres de ECC que analizamos hoy contienen una única historia a la que pone dibujo Doug Mahnke (Superman, Batman: El Hombre que Ríe) y que enfrenta al Caballero Oscuro contra un poderoso enemigo que está asesinando (o intentando matar) a todos en cuantos Bruce Wayne se ha apoyado en su camino para convertirse en el héroe al que todos conocemos. La historia no sólo es interesante por el misterio en sí, sino que pone el foco en toda la ayuda que Batman ha necesitado para ser quien es hoy en día. No es un tema nuevo el del entrenamiento del joven de los Wayne, pero sí que lo es la manera en que Tomasi deja caer que no tendríamos el personaje que hoy conocemos de no ser por las duras lecciones aprendidas de quienes le mostraron cómo cazar y luchar, sí, pero también cómo ver más allá, preocuparse por el resto de los mortales y desarrollar el instinto de protección que le ha llevado a crear la bat-familia.
«Batman y yo estamos destinados a chocar«
También reflexiona el autor sobre cómo la fuerza de nuestra rabia y nuestro odio puede convertirnos en nuestros peores enemigos. Y es que la primera, aunque sirva como combustible para cuando nos sentimos derrotados, nubla nuestro juicio y nos hace avanzar desbocados hacia el siguiente precipicio mientras que el segundo, que nos sirve de escudo ante la culpa y la impotencia, consigue que, centrando toda nuestra atención en oponernos a un único punto, seamos el doble de vulnerables por todo el resto de flancos. Batman se enfrenta en esta saga a ambas sensaciones, aprendiendo a evitar la tentación de refugiarse en ellas, y saliendo fortalecido del envite.
Muy distinto es, sin embargo Detective Comics #18, que rescata al Caballero de Arkham de la tercera entrega de los juegos creados por Rocksteady para tratar de integrarlo en el imaginario gothamita. Bien cierto es que el diseño que vimos en la conclusión de la famosa trilogía de juegos era muy goloso y llamaba a su utilización tarde o temprano en las viñetas, pero muy potente ha de ser esta nueva historia para que veamos nacer un nuevo caso como el de Harley Queen (salida de la serie animada de Batman para acabar convirtiéndose en uno de los personajes más carismáticos de la escena de la ciudad gótica). Por el momento, y pese a un nuevo cambio en el sillón del dibujante (Mahnke le deja paso a Brad Walker), Tomasi sabe jugar bien con los puntos fuertes y débiles de este nuevo personaje y se aleja lo justo del original como para que nos sorprenda y, a la vez, resulte creíble al tiempo que nos propone una historia en la que se enfrentan una vez más la oscuridad del Murciélago contra la luz que representa un supuesto nuevo héroe para la ciudad.
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