ECC Ediciones recopila en un volumen integral -en tapa dura- la miniserie Injustice: Año Cero (aparecida hace año y medio en grapa), que sirve de precuela de Injustice: Gods Among Us (precuela, a su vez, del videojuego homónimo). Es una excelente oportunidad para descubrir esta realidad alternativa del imaginario deceíta o para profundizar en el mismo.
«Soy un maníaco homicida, no un intolerante traidor«
En su momento, al analizar lo que daba de sí el primer número de la edición en grapa, nos preguntábamos si Injustice: Año Cero era o no una lectura necesaria. Atendiendo a una cuestión puramente argumental: no. Los hechos que aquí acontecen suceden tiempo antes del cómic original, pero sin que dichos hechos tengan una relación directa de causa-efecto con lo que vendrá a continuación. Así mismo, la historia aquí contenida está más o menos cerrada, pudiendo disfrutarse con cierta autonomía. Sí hay, sin embargo, una semilla que aporta un contexto extra al detonante de Injustice: Gods Among Us. Al querer emparenatar ambos relatos, el espacio con el que cuenta Tom Taylor es limitado para no caer en posibles incongruencias.
Es por ello que el guionista procura que el centro de interés de la aventura sea otro. Y aquí Injustice: Año Cero gana unas cuantas capas de interés. Con la trama yendo por los derroteros esperables (un desatadísimo Joker perseguido por la Liga y la Sociedad de la Justica), cargados del dinamismo que el autor le da siempre a sus cómics; es en los momentos de intimidad y de reflexión donde se aprecia el valor de este relato.
En este mundo previo a la tragedia y venganza dictatorial de Superman, nuestros héroes tienen todavía unos ideales incorruptos y buscan ser las mejores versiones de sí mismos para estar a la altura de quienes les precedieron. Hasta los héroes tienen héroes. A través de la relación entre unos y otros Taylor aborda el concepto del legado, ya sea desde una perspectiva global o abstracta (referente a cómo inspiramos a los demás y dejamos nuestra huella en el mundo gracias a nuestros actos), como desde una más concreta y personal (la familia). Dos tipos de legado no excluyentes, pero necesariamente complementarios cuando tus actos dejan una impronta en el mundo, pero anhelas que una parte de ti la comparta aún cuando ya no estés.
El mundo quebró cuando Superman perdió la posibilidad de crear su legado personal. Esta historia pone voces y caras al legado que perdieron los héroes antes de la tragedia.
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