«Soy un hombre horrible y me gusta causar dolor«
Orbitador rompe todos tus esquemas. Tú llegas tan tranquilo a esta breve novela gráfica esperando un poquito de ciencia ficción de la buena y te encuentras con un escenario post-apocalíptico. Pero este no es un cómic sobre los días posteriores al armagedón. Cambias el chip y de pronto el cómic gira al terror y al gore. Pero tampoco es esta una historia de miedo al uso. Por fin, parece que la historia se asienta en el terreno del misterio sci-fi. Pero no, ni por esas, Orbitador es mucho más que un simple libro de naves que desaparecen y regresan como por arte de magia. Orbitador es poesía y sueños y Warren Ellis es la mente tras este constructo.
Tomando como punto de partida un suceso catastrófico que ha mantenido paralizada la exploración del espacio durante los últimos casi diez años el guionista vertebra una historia que va un paso más allá de la ciencia ficción realista de filmes como Interstellar (Christopher Nolan, 2014) o The Martian (Ridley Scott, 2015), pero que mantiene ese aura de CIENCIA con mayúsculas que necesitan todos estos relatos para no sólo resultar creíbles, sino también extrapolables a nuestra realidad diaria, tan exenta (sin embargo) de todo lo científico. Es precisamente la fiebre por el espacio, surgida de las llamas de la Guerra Fría y de la que más tarde nacerían maravillas como las dos sagas galácticas por excelencia en el cine (Star Wars y Star Trek), la que inspira la manera de afrontar de los protagonistas del ‘suceso’ que abre la historia. Es esa manera en que un hombre (más allá de toda teoría conspiranoica) hizo soñar no sólo a una nación, sino al mundo entero, con que la próxima frontera a explorar no se encontraba en los diminutos límites de nuestro planeta, sino en el absoluto infinito del espacio exterior.
«Debo luchar contra mí instinto, pero así es más sencillo«
Orbitador busca despertar en nosotros ese sueño que los sucesivos fracasos y las crisis políticas y económicas han ido enterrando en lo más hondo del subconsciente colectivo, pero que ahora, con filmes como los anteriormente mencionados o con el retorno de las salgas estelares de la mano de J.J. Abrams, vuelven a luchar por abrirse camino hacia la luz. No es tanto el pseudorrealismo que nos pretendan vender los autores como la idea que subyace tras él de que aún nos quedan millones de maravillas por descubrir y fantásticos mundos por avistar más allá de los confines de nuestro Sistema Solar y de las Leyes de la Física a las que tan cómodamente nos atamos.
Ilustra este relato Colleen Doran (a la que hemos podido ver, por ejemplo, en Sandman) en base a un trabajo de intensa compenetración con Ellis y le da color al conjunto Dave Stewart (nueve veces ganador del Premio Eisner como colorista).
En definitiva, se puede decir que Orbitador es una píldora de sueños que todos deberíamos tomar para curarnos del virus de realismo que está asolando a la humanidad desde que descubrimos nuestra propia falibilidad. Warren Ellis tiende una mano hacia el cielo para marcarnos el límite de nuestras fantasías y la altura a la que deberían volar nuestras ilusiones. Nada ni nadie nos puede arrebatar eso nunca. el espacio no es la frontera: es sólo el principio.
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