«El mundo ha cambiado, y yo también«
Jeff Lemire y Andrea Sorrentino. Cuando en la redacción de La Noche Americana nos pusimos a revisar lo que estaba por venir tras las Secret Wars, la aparición de estos dos nombres hizo que me abalanzara sobre esta colección cual Dientes de Sable hambriento. Y es que hace falta conocerme muy poco para saber de mi idilio con el dibujante italiano, al que conocí cuando ilustraba Yo, Vampiro para la Distinguida Competencia y que, más tarde, firmaría junto con Lemire una de las mejores etapas de la historia de Green Arrow para la misma editorial. Ahora guionista y dibujante vuelven a coincidir bajo el mismo techo y los jefes de La Casa de las Ideas no han querido desperdiciar la oportunidad. Así, mientras Jeff nos deslumbra con su Extraordinaria Patrulla-X, en las páginas de Lobezno retoma la historia que contara Brian Michael Bendis durante el evento orquestado por Jonathan Hickman en compañía de uno de los dibujantes más sorprendentes e imaginativos del panorama actual.
¿Y dónde dejamos al Viejo Logan al final de su miniserie de las Secret Wars? Pues alzándose contra el dios y señor de Mundo de Batalla, Victor von Muerte, desde las calles de la Manhattan que el villano había construido con los retales de los universos 616 y 1610 (Ultimate). Y allí, más o menos, nos lo volvemos a encontrar. Ventajas de conservar al dibujante: El Viejo Logan comienza con exactamente la misma viñeta que abriera el último número de la citada miniserie. Más ventajas: A esta pareja es a una de las pocas a las que se les permite recuperar al personaje inmediatamente después del crossover y no tras esos ocho meses que la editorial se ha dado de colchón para bien del misterio de los nuevos y viejos personajes que ahora la pueblan. Así que sí, tenemos al mismo personaje que Sorrentino dibujara para Bendis en la misma ciudad e igual de perdido de cómo éste le dejara al final del último número de su colección. Vamos a asistir al más brutal de los viajes.
«¡¡Deja de rajarme!!«
Y es que lo que nos tienen preparado Lemire y Sorrentino es de traca. Ambos se han estudiado a fondo la obra original de Mark Millar y, por medio de flashbacks, nos van rellenando los huecos que se dejó sin contar el guionista escocés mientras, en el presente, llevan a nuestro protagonista por un camino de sentido único en pos de evitar que el futuro del que procede se vuelva a repetir… Y si para ello tiene que volver a matar a la mitad de los héroes y villanos de la editorial, pues que así sea. La cosa comienza suave, con un villano de tercera categoría de los que se dedicaban a hacerle la puñeta a Logan y a su hijo en ese futuro distópico, pero rápidamente el tema se complica cuando (en el segundo número de la colección) Lobezno decide ir por su cuenta a por uno de sus principales dolores de cabeza en la serie original: Hulk.
Porque resulta imposible hablar del Viejo Logan sin recordar al deforme y embrutecido ide su realidad. En un mundo donde los villanos se alzaron con el poder el alter ego de Hulk dejó de plantar batalla y terminó por rendirse a cambio de su pedazo de pastel en forma de un territorio para su uso y disfrute. Allí Hulk se convertiría (como describe el propio Lemire) en un semental que se dedicaría a ver crecer a una cada vez más numerosa, abotargada y violenta prole que, en última instancia, se convertiría en el motivo del gran viaje emprendido por Logan.
«Algunas cosas nunca cambian»
Pero ocurre una cosa: Hulk ya no es Bruce Banner. En efecto, por si no estáis leyendo la divertidísima colección de Greg Pak (que vuelve con el goliat esmeralda tras su imperecedera Planet Hulk), os he de avisar de que Amadeus Cho, el otrora sidekick del héroe, ha asumido la identidad del gigante verde y ahora viaja por el mundo en compañía de su hermana bajo el sobrenombre del Alucinante Hulk. Cuando Logan se enfrenta a él, tratando de eliminar a una futura amenaza, tomamos (y toma) consciencia real del nivel al que llegan los cambios dentro de la Casa de las Ideas y de cómo éstos están influyendo, de una manera u otra, en la práctica totalidad de las series actuales.
Lemire y Sorrentino han vuelto a crear un producto maravilloso. El Viejo Logan tiene las cantidades justas de cada uno de los ingredientes que lo componen, haciendo de este cómic uno de los imprescindibles del nuevo y diferente Universo Marvel, más allá de las posibles relaciones entre el protagonista y el resto de héroes marvelitas que podamos llegar a ver en un futuro. Marvel se ha hecho con los servicios de una de las mejores parejas creativas que existen en la actualidad y es por ello que esta colección es un must have desde el primero de sus números. Me quito el sombrero.
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