Segunda entrega (de seis) de la miniserie que narra los acontecimientos previos a The Sandman, obra magna de Neil Gaiman. El buen regusto que dejó el anterior cuaderno se ve corroborado con esta nueva grapa en la que el autor empieza a perfilar la trama que abarcará la serie y parece confirmar algunas de las primeras impresiones que nos dejó hace unos meses.

Morfeo, partícipe de una asamblea plagada de diferentes facetas de sí mismo, empieza a ser consciente de la gravedad de la situación que ya dejaran entrever Destino y Muerte en el anterior capítulo. Gaiman utiliza esta reunión del Eterno con una multiplicidad de sí mismo para definir a su personaje de forma muy precisa para, a partir de aquí, meterse de lleno en el misterio que esconde la serie (provocado por sus propias acciones), tomando esta un tinte investigativo que evoca, así mismo, al esquema seguido durante el primer arco argumental de la serie original, cuando Sueño, liberado de sus captores, ha de descubrir quiénes son estos para hacerles pagar.

El trabajo a los lápices de J.H. Williams III, del que no hablamos en la anterior reseña, es impecable. Su estilo lleva una línea continuista con el de la obra original, para mantener cierta coherencia, pero su trazo se muestra más moderno y limpio, más acorde a la estética que se lleva ahora en el cómic mainstream. El dibujante hace mucho hincapié en los fondos, recargados y llenos de detalle, en ocasiones jugando con las perspectivas de forma interesante, y logrando unas transiciones entre viñetas muy fluidas. Este número además le permite jugar y dar rienda suelta a su imaginación, ya que debe dar vida a decenas de versiones diferentes del Señor de los Sueños en las que cabe cualquier tipo de influencia, desde Lovecraft, a las vanguardias o la cultura del antiguo Egipto.

Sandman Obertura sigue haciendo justicia a la obra original y está mostrando la capacidad de atrapar y enganchar a nuevos lectores a las historias de Sandman.