Cold War, la nueva película del director de Ida, arrasa en taquilla. La cautivadora historia de amor tóxico e imposible que hizo que Pawel Pawlikowski recibiese un premio a mejor dirección en Cannes se presentó en la Sección Perlas del pasado Festival de San Sebastián y allí pudimos hablar con su director.
Pregunta: ¿Por qué decidiste rodar en blanco y negro? ¿Qué sientes que aportan este tipo de encuadres?
Respuesta: Una de las razones es mostrar el pasado, durante la Guerra Fría, Polonia era de todo menos colorida porque muchas zonas no tenían ni luz eléctrica, no llegué a encontrar los colores para ilustrar la historia y por eso volví al blanco y negro. Es la forma más directa y honesta de contar la película, a la vez que dramática: hay muchos contrastes, hay blancos muy claros y negros muy negros, al igual que sus personajes busco los extremos. Ida no tenía tantos contrastes, aquí hay una historia muy dramática detrás y llena de conflictos, la foto convierte a mi película en una especie de pieza de cámara musical.
P: Ida y esta película comparten minimalismo, blanco y negro, forma de encuadrar… ¿Tienes referentes claros?
R: No pienso en ningún referente en concreto, pero hay mucha investigación en lo referido a night clubs o music halls de la época y de la vida en general en Polonia. Me gusta mucho Cartier-Bresson pero no he pensado en su obra a la hora de filmar, nos referenciamos en la propia Ida para buscar el siguiente paso y desde ahí pudimos construir esta película.
P: ¿Cómo eres capaz de encontrar tanta emoción en la aparente frialdad?
R: Sí, creo que cuando las emociones son muy fuertes se deben calmar, no me gusta la retórica del cine para expresarlas. Las cosas deben expresarse tal y como son y eso hace que a algunos les emocione y a otros no, yo sólo busco acercarme al sentimiento con la mayor veracidad posible.
P: ¿Y por eso recurres a la elipsis?
R: No me gusta explicar todo, creo que no es necesario que la gente sepa como se llega desde el punto A al punto B, si tienes escenas potentes no es algo necesario; además hay que confiar en la inteligencia del público y en tus diálogos que siempre que están vivos serán elípticos. Quiero sugerir constantemente y nunca explicar.
P: La primera parte de la película puede entenderse como un musical y después se va disolviendo, ¿cuál es la intención?
R: Al principio, la música es el elemento central de la historia y con la evolución de la historia, cuando crece la historia de amor, se convierte en un personaje secundario que complementa este romanticismo.
P: ¿Los personajes son supervivientes pragmáticos o están de verdad al servicio de la política?
R: Ella no es creyente, pero acepta lo que le ofrece el sistema porque no es más que una superviviente; él es un burgués y eso le afectará a ella cuando entre en el grupo de música y por ello no quiere irse a París. Él tampoco es creyente, pero se santigua porque es algo que forma parte de la retórica marxista y he querido introducir eso porque creo que el personaje de Karl Marx, aunque esté fuera de contexto, representa muy bien la mentalidad de la época.
P: ¿Cómo has vivido el éxito de la película en festivales tan grandes? Ida fue una película muy tapada y ahora encontrarte con esto tiene que ser fascinante.
R: Cannes es un sitio maravilloso para empezar, me encanta ir a festivales, ver que se hacen muy buenas películas y encontrarme con amigos cineastas. Todo esto cuando nos enfrentamos a Netflix y la muerte del cine.
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