«¿¡Te cobraste sus vidas para usarlos de chivos expiatorios!?«

¡Vaya pasada el último tomo de Guardianes de la Noche! Continúan las dos batallas de los matademonios contra las lunas superiores que han invadido la aldea de los herreros y la evolución de cada una de las batallas no podía ser más interesante. Nada va a quedar resuelto al final de esta entrega, por supuesto, pero sí que volvemos a ser testigos de la principal seña de identidad del manga de Koyoharu Gotouge, aquella firma que lo hace distinto de casi cualquier otro cómic dentro del género del shonen: el trabajo en equipo. Porque pocos (si no ninguno) mangas juegan como éste con el tema de héroes que siempre necesitan del concurso de sus aliados. Estamos a galaxias de distancia de los todopoderosos Goku o Vegeta, de Naruto o de Ichigo.

Dejamos en el número anterior a Tokitô en una situación muy peliaguda, encerrado en un ánfora hecha únicamente de agua y sin poder recurrir a sus técnicas para liberarse y atacar a su adversario y terminamos el volumen con Tanjirô, Genya y Nezuko a punto de acabar con lo que quedaba de la cuarta luna superior. En esta entrega nos encontramos con un aliado imprevisto para el pilar de la niebla y con una complicación inesperada en la batalla de los novatos y no tengo claro cuál de cada una de estas dos situaciones me termina de gustar más. Porque Gotouge no renuncia en ningún momento a hacer crecer a personajes que casi nos acaba de presentar y porque en este cómic vemos acción, drama, comedia y notas muy interesantes que tienen bastante que ver con quién está a los mandos de la historia.

«¡Aunque parezcas un niño, eso no te lo perdono!«

Centrándonos en la batalla de Tokitô, vemos como las decisiones que ha venido tomando (influidas por la inocente bondad de Tanjirô) se traducen en un acto de heroísmo que le da un vuelco a la batalla. A partir de aquí, lo que parecía una terrible masacre se convierte en un festival del humor cuando nos encontramos con el capítulo que ya directamente viene titulado como ‘Duelo de Insultos‘. Nace de este tomo un nuevo pilar de la niebla, más poderoso y eficaz, peor también más en paz consigo mismo. Hasta el punto de permitirse bajar al cachondeo y convertir su pelea en un carrusel de la ofensa con una luna superior que ya de por sí invitaba a no tomársela demasiado en serio.

Guardianes de la Noche #14

Por su parte, el trío de novatos se encuentran con que el demonio de las emociones no estaba ni mucho menos derrotado y se ven salvados por la oportuna aparición de Mitsuri Kanroji (el pilar del amor), con unos ataques tan descriptivos como ‘Lluvia de Gatitos Amorosos‘. Pese al humor que desprende el personaje, nos encontramos en ella dos apuntes sumamente interesantes. Uno de ellos vuelve a partir del hecho de que tanto los novatos necesitan de su ayuda como ella tiene que ser auxiliada por ellos cuando se enfrenta al poder combinado de los cuatro demonios de los que os hablé en mi artículo anterior. El otro es que, aparte de mostrarnos a un personaje femenino de enorme poder (cosa que, en el fondo, ya hemos visto en otros mangas), Gotouge nos cuenta que en la historia de Kanroji hay altas dosis de prejuicios en torno a la figura de la mujer (y a lo poco ‘femenino’ que es que ésta sea fuerte y distinta) y también nos revela que fue la aceptación que sintió este pilar en el seno de la organización matademonios lo que hizo que pudiera ser ella misma y, así, desarrollar todo su potencial en la tarea que mejor se le iba a dar. Esto hace del pilar del amor un personaje que se aleja de los clichés dentro del shonen y hace que este Guardianes de la Noche #14 sea, aparte de divertido, una lectura que nos hace reflexionar.