«Ojalá las almas de los ignorantes no supieran tanto a pollo«
Agentes de S.H.I.E.L.D. sigue su propio rumbo. Mark Waid ha decidido mantener su serie al margen de lo que dicten las Secret Wars y ello se ha traducido en una colección difícil de localizar en el tiempo que, de momento, parece sólo dedicada a explorar las posibilidades de la práctica totalidad de los héroes marvelitas con un grado más de libertad de la que goza su prima hermana televisiva.
Esto lleva consigo el aspecto «negativo» de que no parece que de momento esta serie vaya a influir de una manera determinante en el devenir del universo marvelita. Su peso en la continuidad de las historias de la editorial norteamericana por el momento limitará a notarse en las colecciones de cada personaje aquí utilizado en caso de que los experimentos que aquí hace Waid con sus poderes le resulten de interés al guionista de turno. Esto no es necesariamente malo, ya que le permite al guionista de esta colección ir un poco más a su aire y construir sus propias historias, pero ya nos podemos ir olvidando de que estas gocen de cierta envergadura o de que tengan verdaderas consecuencias en el resto de series cuando no tan siquiera somos capaces de localizarlas bien en la línea temporal de la Casa de las Ideas (se me ocurre, y molaría muchísimo, que pudieran estar ambientadas estas historias en el nuevo y deslumbrante universo tras las Secret Wars… pero no caerá esa breva…)
«Dios, qué tonto es, cómo lo manejo…«
Por de pronto, Waid utiliza los números #5 y #6 de Agentes de S.H.I.E.L.D. para cerrar la primera saga de la serie, aquella que ya comenzara con la destrucción del Bifrost en el primer número, a través de dos números que vuelven a poner de actualidad a la Bruja Escarlata y a uno de los más antiguos enemigos del submundo mágico marvelita: Dormammu. A la primera la veremos como madre «espiritual» preocupada por la seguridad de Wiccan cuando un desconocido comience a suministrar armas anti-mágicas a cazadores sin escrúpulos y el segundo será el primer rival de enjundia al que se enfrentará el equipo de Coulson (aunque por éste tengamos que entender a Maria Hill y un tipo con cabeza de lechuza).
Más interesante es Agentes de S.H.I.E.L.D. #7, un número que deberíais leer tras haber acabado con los dos tomos del Piloto Fantasma. La presencia de Mr. Hyde en las páginas de la colección de Felipe Smith ha dado pie a que Waid pueda traer a su serie a la ahora estelar Daisy Johnson (aka Skye), la inhumana agente de SHIELD que es, además, hija del dopado villano. El séptimo volumen de la colección es una excusa para poder ponerla de nuevo al servicio de Coulson y hacer que la colección en viñetas se parezca in poquito más, si cabe, a su versión de la caja tonta.
«¿Cómo narices se te ha ocurrido meterte en una pelea así?«
Para estos tres nuevos números de Agentes de SHIELD Waid cuenta con otros tantos dibujantes. Mike Choi viene de los X-Force de Kyle y Yost y tiene un estilo limpio y pragmático que no me termina de convencer (es como si a sus dibujos les faltase profundidad y sombras…). Paul Renaud, por su parte, me parece bastante más convincente. El francés es un estupendo portadista (echad un ojo a su página personal) al que hemos visto hace poco en Imposibles Vengadores y aquí se marca un enfrentamiento final con Dormammu visualmente muy convincente.
Para terminar, Greg Smallwood es el encargado de trasladar al personaje de Chloe Bennet de vuelta a las viñetas. Cuesta imaginar cómo llevarán la colección Marc Guggenheim y Mike Norton en la All-New All-Different Marvel que nos espera, pero de momento ya hemos visto a casi todos los personajes de la serie en las páginas de esta primera temporada y hay que decir que una vez más el impacto de los actores de carne y hueso se ha dejado sentir en los artistas encargados de trasladarlos a las viñetas. Especialmente llamativo es el caso del doctor Zabo, que experimenta una transfiguración radical de la versión de la colección del Piloto Fantasma a la que vemos en estas páginas, casi calcada en aspecto al actor Kyle MacLachlan.
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