Campeones llega con ambiciosas aspiraciones, tomar el testigo de los primigenios Jóvenes Titanes o de los Nuevos Mutantes de Chris Claremont. Ser un referente de las colecciones de supergrupos adolescentes que deciden labrarse su propio camino y que no le deben nada a las generaciones anteriores. Que lo consigan o no es algo que descubriremos con el tiempo. El potencial para lograrlo lo tienen.
Si los Vengadores tienen en las diferentes versiones de Thor, Iron Man y Capitán América a sus mayores referentes, los símbolos que los definen, Campeones tiene a unos jovencísimos e irreverentes Spider-Man, Ms Marvel y Nova como máximos estandartes. Tres personajes, Miles Morales, Kamala Khan y Sam Alexander, que naciendo como renovadas revisiones de sus modelos adultos, han sabido moldear sus caminos a través de sus propias series, distanciándose lo suficiente de sus «mayores» para obtener completa autonomía e identidad.
De los tres, Miles y Kamala son los que más éxito habían tenido hasta el momento. Ella ha dado voz como nadie a la diversidad de la Marvel contemporánea, acercando y normalizando la realidad musulmana en Occidente. Él tiene el mérito de haber sobrevivido a la destrucción de su universo (el Ultimate). Si al trío se le añade un Hulk, al hombre-X por excelencia (vale, a una versión inexperta y desubicada en el tiempo), a la sintezoide protagonista de la más reciente obra de culto del género superheroico, y subrayamos el objetivo común que comparten los seis de ser una nueva voz, de romper con lo que vienen haciendo desde hace décadas sus predecesores y de buscar un modo diferente y más actual, insisto, el potencial es evidente. Muy mal tiene que hacer las cosas Mark Waid para no hacer de Campeones una serie de referencia.
Estos primeros números –que Panini Cómics ha decidido publicar en nuestro país en grapa, respetando el formato original norteamericano–, sirven para remarcar estas intenciones a través de un relato en el que asistimos a la formación del grupo. El núcleo duro ya viene algo rodado de su dinámica en Vengadores (también escrita por Waid), mientras que el resto de miembros se integran en el equipo por iniciativa propia o siendo invitados. En este aspecto quizás les haya faltado un poco de fluidez, la concreción del equipo resulta un poco forzada, pero cumple su objetivo. Aunque conscientes de que están muy verdes, tanto como héroes como equipo, dedican parte de su tiempo a conocerse y a mejorar la cohesión entre ellos mismos. El guionista da mucha importacia al aspecto emocional de sus personajes, les da mucha importancia, así como a la interacción entre ellos y a la curva de aprendizaje que han de seguir para convertirse en el supergrupo que están destinados a ser. Todo ello con un tono luminoso que evoca a la Marvel clásica, donde la aventura y la comedia se dan de la mano.
Waid aprovecha el carácter simbólico de sus personajes –especialmente el de Kamala– y elabora un discurso muy reivindicativo, dirigido a poner en el foco a los grupos más desfavorecidos, a fin de denunciar las injusticias que sufren. Porque uno de los aspectos que destacan de la colección es la intención de poner a los héroes ante retos alejados de tramas cósmicas o amenazas villanescas de carácter global. Centran su atención en los problemas del mundo real, con los que el lector puede empatizar y comprender su alcance real con mayor facilidad. En estos términos encaja muy bien la defensa que hace el autor del derecho a la educación de las niñas y mujeres en un ficticio estado de oriente medio.
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