«Diría que mi pequeño Pinocho se está esforzando mucho por ser un niño de verdad«
Matt Murdock abandona las frías calles de Nueva York por las soleadas avenidas de San Francisco y nadie mejor que Mark Waid para acompañarle en esta nueva etapa de su vida. Este cambio de aires supone la entrada de un mundo de colores vívidos en las páginas de Daredevil y la aparición de nuevos villanos para el Hombre sin Miedo, es decir, un lavado de cara y una renovación importante con las que Waid lanza al personaje arriba y hacia adelante en busca de una evolución que le permita adaptarse a los tiempos modernos ahora que es cada vez más inminente la llegada de su propia serie en Netflix.
Para ello, el guionista sigue contando con el arte de Chris Samnee y los colores del español Javier Rodríguez, que aprovecha para aumentar aún más (si cabe) su paleta, dotando a este nuevo tomo de un aspecto espectacular y único. Las aventuras del abogado ciego seguirán transcurriendo mayoritariamente de noche, pero San Francisco ofrece una imagen totalmente distinta cuando el sol se pone a la que nos podían mostrar los oscuros callejones de la ciudad de la Costa Este y este dato es aprovechado tanto por el guionista como por los artistas para enfrentar al personaje a un mundo nuevo en el que su memoria sensitiva no le ofrece más que un pobre apoyo. Daredevil va a tener no sólo que lidiar con las amenazas que le esperen en esta ciudad, sino que va a tener que acostumbrarse a saltar por los tejados de una urbe que no conoce y que le reserva más de una sorpresa desagradable.
«Hay un nuevo jefe mafioso en la ciudad«
Por lo demás, al menos de momento, no hay mucha novedad en el frente. Murdock se muda de ciudad, pero su nuevo enemigo sigue siendo el crimen organizado e incluso parte de los adversarios contra los que se va a ir enfrentando siguen siendo viejos conocidos del héroe conocido en España como Dan Defensor. Daredevil se limita en este número a saltar de cornisa en cornisa en pos de un justiciero que no es sino una triste parodia de Batman y de un jefe mafioso que en este volumen no hace sino mostrarnos su propia historia iniciática de camino a convertirse en ese «algo más» que lo diferencie del resto.
Además, contamos en este volumen con un prólogo que inicialmente vio la luz en formato digital y que habla del viaje de Daredevil de Nueva York a San Francisco a través de una historia moderadamente entretenida (y poco más). Y de un capítulo a modo de epílogo que trata de explicarnos qué ha sido del convaleciente Foggy Nelson tras su lucha contra el cáncer.
En resumen, El Diablo en la Bahía tiene un marcado aroma a introducción y es por ello que no termina de enganchar, pero Mark Waid no es de los que hacen las cosas a la ligera, así que habremos de dejar al Hombre sin Miedo para que explore su nuevo entorno y, sin duda, las buenas historias comenzarán a sucederse a partir del próximo número de la Colección 100%.
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