Pasada la resaca de la celebración del número #900 USA, Panini Cómics y El Asombroso Spiderman vuelven a la senda de la normalidad. La editorial retomando el formato grapa y el segundo volviendo a su desastrosa cotidianeidad desde que Zeb Wells y John Romita Jr. cogieran las riendas de la colección. Una normalidad, por otra parte, tremendamente extraña, porque ¿qué hace Norman Osborn con esa máscara?

«Hola, Peter. Veo que estás mejor«

Lo de Osborn sigue pareciéndonos raro raro raro. Entre el «reseteo» del personaje por obra y gracia del Compecados, que purgó toda su maldad (no así su historial, con la muerte de Gwen como afrenta más terrible), y lo que fuera que hiciera en esos seis meses que convirtieron a Peter en persona non grata para muchos de sus allegados (con MJ a la cabeza) al inicio de esta nueva etapa; el rol de mentor y apoyo que se gasta ahora Norman nos tiene desconcertadísimos. A diferencia de lo sucedido con Jonah Jameson, el otrora Duende tiene demasiada sangre en sus manos, por lo que esta faceta benefactora seguramente tenga fecha de caducidad, pero no por ello deja de resultar tan retorcida como sugerente. Wells y Romita Jr. han venido a jugar con todo.

Esta no es la única sorpresa que depara el capítulo. Las conexiones con el resto del universo Marvel se hacen patentes en forma de pequeños guiños (como la aparición de Kamala Khan y la referencia de Mary Jane a los fármacos krakoanos) que no afectan a quien no esté al tanto del día a día de la editorial, pero que suponen todo un caramelito para quienes sí lo estén.

Y si aún nos quedamos con ganas de más, ahí está Romita Jr. para narrar una pelea como pocas veces hemos visto en la cabecera. Rememorando algunos de sus hitos en su etapa con Straczynski, el dibujante plantea uno de esos duelos que ponen a Spidey contra las cuerdas y nos transmite una sensación real de dolor y peligro. Casi sentimos cada golpe que recibe el superhéroe arácnido. Esta número sirve no solo para reivindicar el trabajo que están llevando adelante Zeb y Wells en la colección, sino para hacer lo propio con un villano que parecía que ya había dejado atrás sus mejores tiempos. De nuevo, como hicieron con Lápida, el dúo de autores inyecta de renovadas motivaciones a los que aspiran a ser los grandes enemigos de la etapa.