«Fisk os va a echar de Nueva York a ti y a los tuyos«
La nada absoulta. Esto es lo que representan las últimas tramas en las que se ha visto envuelta la versión anciana del mutante de las garras de adamántium. Tanto su aventura en tierras niponas como su regreso al patio de recreo de Nueva York han resultado ser dos aventuras completamente inocuas que sólo han tenido como consecuencia la confirmación de que esta serie está sentenciada desde el mismo momento en que el regreso del Lobezno original se confirmó hace meses (a través del Marvel Legacy Alfa). Hablaba el otro día de cómo en la Distinguida Competencia han rellenado el hueco entre la Liga de la Justicia de Bryan Hitch y la de Scott Snyder con una historia sin pretensiones por parte de Priest. Pues bien, lo que está pasando con el Viejo Logan está un peldaño más abajo. La serie ha pasado de ser apasionante (con Jeff Lemire) a entretenida primero (la primera saga de Ed Brisson) y aburrida a continuación.
Hasta hemos llegado al punto en el que seguimos leyendo esta serie por pura inercia. Por afán de completismo o por puro masoquismo. No hay un impacto de Lobezno en Japón y no tiene su pelea con Fisk y Billseye ningún efecto sobre el nuevo statu quo de la ciudad norteamericana. Y esto es muy heavy, porque no es que Logan salga vistorioso o derrotado, es que vuelve de cada aventura con la sensación de haberlo dejado todo igual, pero con algunas cicatrices más para atestiguar su atrofiado poder de curación. ¡Y aún así le quedan unos cuantos meses a la colección! Hasta enero no veremos volver de verdad a Lobezno todavía en ese caso deberemos cruzar los dedos para que no nos salga rana.
«Pensé que querrías recuperar a tu chico de los recados«
Todavía no es seguro si Logan morirá, si volverá a su propia realidad o si continuará en la Casa de las Ideas, conviviendo con su versión joven y revivida. Pero lo grave es que hemos llegado a un punto en el que ya ni nos importa. Nos da igual si vive o si muere, sólo queremos que acaben con su agonía de una vez por todas. Me recuerda cuando el Lobezno y la Patrulla-X de Jason Aaron pasó a manos de Jason Latour, con fecha de caducidad y con poco margen para operar, aquella etapa fue un fiasco y esta apunta exactamente las mismas maneras. Una auténtica pena.
Decía cierto guionista hoy retirado que el problema de la Marvel actual es que no incentiva a sus autores para quedarse. Yo creo que el problema es más profundo. A mediados de 2017 hubo una crisis de ideas y ventas y desde entonces la Casa de las Ideas ha viajado sin rumbo fijo, dando palos de ciego y fiándose de opiniones sin demasiada base ni fundamento. Y con ello se ha ido cargando la confianza no sólo de los lectores, sino (y esto es muy importante) de algunos de los guionistas con más peso y mayor fidelidad a la empresa. Pero seamos optimistas, sólo en las etapas de mayor crisis ha sacado Marvel lo mejor de sí misma. Aguantemos con lo que hay hoy a la espera de futuras maravillas que estén por llegar.
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