«¡Las pandillas no se hacen solas!«
Si los mutantes quisieran mostrar los efectos de su enfrentamiento con los inhumanos en todas sus colecciones actuales podrían tirar de las tres Patrullas-X (la Nueva, la Extraordinaria y la Imposible), de Logan e incluso de las dos cabeceras que protagoniza Masacre. Frente a estas seis colecciones los súbditos de Medusa sólo cuentan con una cabecera principal, tras el cierre de la de James Asmus, y de la serie de Ms. Marvel. Una pobre comparación que ha obligado a Charles Soule a elegir con muchísimo cuidado qué historias contar en los tres números que le restan como guionista de una serie que comenzó proponiendo novedades a diestro y siniestro y que se había atascado ligeramente en su labor durante su última etapa.
La primera elección del guionista no podía ser más fácil. Fue durante los últimos compases de Civil War II: Iron Man ponía cerco a la ciudadela inhumana y el expulsado y mutilado príncipe Maximus, el ‘Loco‘, aprovechaba la coyuntura para forzar la traición de Tritón hacia su reina y, en medio del caos imperante, liberaba a Linaje y el Innombrable, dos de los villanos recientes de los inhumanos que habían estado a punto de poner en jaque a su Casa Real. El primero, salido directamente de las páginas de Pecado Original, cuenta con el curioso poder de tener acceso a todos y cada uno de sus ascendientes hasta los tiempos de los experimentos kree y el otro es… básicamente un anciano debilucho hasta que ingiere algo de cristal terrígeno (no, lo de la nube no vale, demasiado fácil), momento en el que se convierte en una masa de destrucción prácticamente invulnerable.
«¡Eso es lo que estaba buscando!«
La historia que Soule plantea con este estrafalario grupo de villanos comienza siendo pura comedia, algo ciertamente chocante (¡pero muy agradecido!) en medio de un conflicto como el que estamos viviendo, para dar un giro de ciento ochenta grados a mitad del volumen, que es cuando Maximus toma la resolución de participar en la guerra entre mutantes e inhumanos… a su manera. En relación con esto, es muy interesante el hecho de que los cascos que el príncipe le pone a Linaje nos afecten a nosotros también, porque la estrategia de este psicópata y manipulador varía diametralmente dependiendo de si la información que intercambia con el erudito Monan es o no la que dice en las últimas páginas tener. Luego pasará lo que tenga que pasar, pero de momento me gusta pensar que sí, que Maximus tiene la llave para poner fin a las hostilidades y que esa llave la va a intercambiar por favores muy turbios en el momento más tenebroso de la batalla. Mira por dónde, ya tengo ganas de que llegue el número de junio.
Me pregunto cómo encarará Al Ewing a Maximus cuando tenga que ponerlo sobre el escenario en su próxima serie (Royals). Lo cierto es que al guionista de Vengadores U.S.A. le mola el tema de los villanos megalómanos, pero el hermano de Rayo Negro resulta una pieza difícil de jugar. Dentro del caos de sus locuras se escinde una mente fría y calculadora que nos recuerda en cierta medida al personaje de Loki, pero con varios grados más de maldad a sus espaldas. Para ponerle en juego no basta con vestirle de villano, es un personaje que cuenta sus propias historias y que no goza de serie propia por su continua tendencia al autosabotaje más que por falta de carisma o interés. Recordemos que es un tipo capaz de controlar la mente de alguno de los personajes más poderosos de la Casa de las Ideas, pero que prefiere dejar que la gente tome sus propias decisiones… siempre que sea él quien tire de sus cuerdas.
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